sábado, 13 de diciembre de 2008

III Domingo de Adviento (Domingo Gaudete)

El pensamiento dominante en este Domingo tercero de Adviento consiste en una reiterada invitación al gozo espiritual ante la próxima llegada del Mesías. En medio de este tiempo de penitencia, oparece que la Iglesia quiere dilatar el corazón de los fieles, com un anticipo del consuelo que su divino Esposo le va a traer. Por esta razón los ornamentos del día son de color rosado, que significa alivio en la penitencia.
En el Introito y en la Epístola se nos repite hasta seis veces aquel imperativo consolador: Gaudete, alegraos. Si Abrahán se alegró por haber visto en lontananza el día de la venida del Señor ¿con cuánta mayor razón deberá regocijarse el cristiano ante la perspectiva de la inminente llegada del Salvador?
Procuremos que no nos pueda decir, como a los sacerdotes y levitas enviados al Bautista por los judíos: "Ya está en medio de vosotros y no le conocéis".
En el INTROITO uno de los pocos que no están tomados en su totalidad del Antiguo Testamento, el Apóstol San Pablo nos recomienda reiteradamente la alegría -fruto de la paz que el divino Espíritu da al alma cuando permanece fiel a la voluntad divina- paz, distintivo que es de los hijos de Dios.
Introito (Fil.4): Alegraos siempre en el Señor; os lo repito: alegraos. Resplandezca vuestra modestia delante de los hombres, pues el Señor está cerca. No os turbéis por nada y en vuestras oraciones manifestad todos vuestros deseos ante Dios.- (Ps.84). Derramaste, Señor, bendiciones sobre tu tierra; has libertado del cautiverio a los hijos de Jacob. Alegraos, etc.
Oración: Presta Señor, oído a nuestras preces; y con la gracia de tu visitación, ilumina las tinieblas de nuestra alma. Señor, que vives y reinas con el Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
La Epístola prepara nuestros corazones para recibir al Señor. Alegrémonos porque "el Señor está cerca",y, como nos propone el Apóstol, vayamos a su encuentro "con oración y súplica y con acción de gracias".
Epístola (Fil., 4,4-7):Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús, Señor Nuestro.
Gradual (Ps.79): Señor, que estás sentado sobre los querubines, muestra tu poder y ven a salvarnos.-Escúchanos , tu que gobiernas a Israel y que conduces como ovejas a los descendientes de José.
Aleluya, aleluya. Muestra tu poder Señor, y ven a salvarnos. Aleluya.
En el EVANGELIO, la Iglesia nos hace llegar la voz del Precursor, que nos dice también a nosotros: "Enderezad el camino del Señor".
Evangelio (Jn., 1,19-28): Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: «¿Quién eres tú?» Juan lo declaró y no ocultó la verdad: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Quién eres, entonces? ¿Elías?» Contestó: «No lo soy». Le dijeron: «¿Eres el Profeta?» Contestó: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, entonces? Pues tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?» Juan contestó: «Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor». Los enviados eran del grupo de los fariseos, y le hicieron otra pregunta: «¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Les contestó Juan: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia». Esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan bautizaba.
Credo.
Ofertorio (Ps.84): Señor, has derramado bendiciones sobre tu tierra; has librado del cautiverio a los hijos de Jacob y has perdonado las maldades de tu pueblo.
Secreta: Concédenos Señor, que esta víctima de nuestra devoción sea inmolada continuamente y que obtengamos con ella los fines para que se instituyó este misterio, y se obre en nosotros milagrosamente tu salvación. Por Nuestro Señor Jesucristo...
Prefacio de la Santísima Trinidad
Comunión (Is.35): Decid a los cobardes, animaos y no temáis, ya viene nuestro Dios y nos salvará.
Poscomunión: Imploramos, Señor, tu clemencia, para que estos divinos auxilios que hemos recibido, purificando las manchas de los vicios, nos preparen a las fiestas que se acercan purificándonos de todo pecado. Por Nuestro Señor Jesucristo...

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