viernes, 5 de septiembre de 2008

DOMINGO DIECISIETE DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


A la astuta pregunta que un fariseo se atreve a dirigir al Maestro sobre cuál es, según su parecer, el primer mandamiento, Jesucristo le contesta, con sencillez, citando las palabras del Deuteronomio, que dice: Que es el amor más completo y perfecto para con Dios; y sobre esto no puede haber lugar a vacilaciones ni a dudas.
Pero como Jesucristo sabría que se nos olvia con frecuencia otra gravísima obligación que existe, de amar ordenadamente y por motivos elevados a los demás, al mismo tiempo que ponía el amor para con Dios como primer mandamiento, base de toda ley y de toda moralidad, añadió con insistencia a continuación, que había otro segundo mandamiento importantísimo también, cual era amar al prójimo, no siendo posible que uno ame a Dios debidamente y que al mismo tiempo odie de corazón a sus hermanos.
Mucho recomienda Jesucristo el amor para con los prójimos; muy necesario debe ser para el egoísmo humano este mandato. Procuremos ser cristianos en nuestras relaciones afectivas con nuestros semejantes, amándolos con el pensamiento, con las palabras, con las palabras, con las obras y con el corazón. Hagámosles el bien que podamos, material y sobre todo espiritualmente, con el consuelo, el ejemplo y el consejo.
En el INTROITO se proclama la rectitud de la justicia de Dios, al mismo tiempo que se le pide que al juzgarnos lo haga con la benignidad de su midericordia. Pero no olvidemos que seremos juzgados con la misma medida con la que juzguemos a nuestros hermanos.
Introito (Ps. 118): Justo eres Señor, y rectos son tus juicios; trata a tu siervo conforme a tu misericordia. - Dichosos los inmaculados en su proceder que andan siguiendo la ley de Dios. - Gloria al Padre...
Oración: Te rogamos Señor, concedas a tu pueblo evitar el contagio del demonio, y seguirte con pura conciencia a ti, el único Dios. Por Nuestro Señor Jesucristo...
En la EPISTOLA, el apóstol San Pablo nos amonesta a que vivamos conforme a nuestra vocación de cristianos, recomendándonos de un modo especial la práctica de estas tres virtudes: la humildad, la mansedumbre y la paciencia en la caridad, puesto que todos somos miembros del mismo cuerpo místico de Cristo, la Iglesia.
Epístola (Ef., 4 1-6). Os exhorto hermanos, yo preso por el Señor, a caminar de un modo digno de la vocación con la que fuisteis llamados, con toda humildad de corazón y mansedumbre, con paciencia, sufriéndoos unos a otros con caridad, cuidando de conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo espíritu, así como fuisteis llamados en una sola esperanza de vuestro llamamiento: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo: un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por medio de todos y en todos nosotros. El cual sea bendito por los siglos de los siglos. Amén.
Gradual (Ps. 32): Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo a quien escogió el Señor por herencia propia. Por la palabra del Señor se fundaron los cielos, y del soplo de su boca nace todo su concierto.
Aleluya, aleluya (Ps. 101). Escucha Señor mis ruegos, y llegue hasta ti mi clamor. Aleluya.
En el EVANGELIO , nuestro Señor Jesucristo nos da la síntesis de toda la Ley: el amor a Dios, y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios, vínculo de caridad, que es el lazo que une a los hijos de Dios entre sí y con el Padre celestial.
Evangelio (Mt., 22, 34-46): En aquel tiempo: Los fariseos se acercaron a Jesús. Y uno de ellos, doctor de la Ley, le preguntó para tentarle: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Le respondió Jesús: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el máximo y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste, y es: amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos está cifrada toda la Ley y los profetas. Estando junto a los fariseos, Jesús les hizo esta pregunta: ¿Qué os parece a vosotros del Mesías?¿De quién es hijo?. Le dicen: de David. Les replicó :¿Pues cómo David, en espíritu profético le llama su Señor, cuando dice: "Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, mientras tanto que pongo tus enemigos por peana a tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo cabe que sea hijo suyo? A lo cual nadie pudo responderle una palabra; ni hubo ya quien desde aquel día osase hacerle más preguntas.
Ofertorio (Dn.9): Yo Daniel, he orado a mi Dios diciéndole: Señor oye las súplicas de tu siervo; que tu divina faz resplandezca en tu santuario. Escucha propicio oh Dios, y atienda a este pueblo, sobre el que ha sido invocado tu nombre.
Secreta: Suplicamos humildemente a tu Majestad, oh Señor, que estos misterios que estamos celebrando, nos libren de los delitos pasados y de los futuros. Por nuestro Señor Jesucristo....
Comunión: Haced votos al Señor Dios vuestro y cumplidlos todos los que a su alrededor traéis ofrendas a este Dios terrible, que abate el orgullo de los príncipes, terrible a los reyes de la tierra.
Poscomunión: Tus sacramentos, Señor, curen nuestros vicios, y nos den los remedios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo...

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