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domingo, 27 de julio de 2008

Misa Tradicional en Natal - Brasil
Hoy, domingo 27 de julio, he tenido la alegría de participar en la Misa Tradicional que se celebra todos los domingos en la brasileña localidad de Natal a las 9 de la mañana en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, la segunda más antigua de la ciudad y ubicada en pleno centro de la misma.
Frente a los que critican el uso del latín y la uniformidad del rito gregoriano, he podido experimentar, a miles de kilómetros de mi hispana tierra gallega -en un país tan distante y tan distinto-, la comunión en una misma fe, por encima de diferencias de lengua, raza y cultura.
Al finalizar la Misa, fui abordado por muchos fieles que se acercaron amablemente para saludarme.
También pude hablar con el sacerdote celebrante, quien hizo alusión en su homilía (antes de saber de mi presencia) a Santiago de Compostela.
Dios bendiga a Natal y a todo Brasil.
José María Permuy

Misa Tradicional en Natal - Brasil.

Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

Domingo 27 de julio de 2008

viernes, 25 de julio de 2008

La paciencia de los fieles del Reino Unido se agota

Según informa nuestra web hermana "una voce malaga" en el día de ayer 750 personalidades de la vida social, política, intelectual y religiosa británica, dirigieron una carta a los obispos de Inglaterra y Gales solicitando más misas dominicales según la Forma Extraordinaria de la Eucaristía. La mezquina aplicación del motu propio por parte de los obispos también comienza a cansar a los británicos. El escrito ha sido entregado a la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, con copia a la Pontifica Comisión Ecclesia Dei.
Esto exigiría algunas reflexiones por parte de -no todos sin duda- una cantidad no exigua de obispos. Ante esta reacción, para los que habitualmente leemos noticias acerca de la recepción del Motu Proprio "Summorum Pontificum" no cabe la excusa de achacar a estos fieles la exageración, ni mucho menos la animadversión con respecto a sus propios obispos. El espíritu ignaciano de "no querer otra cosa que no quiera la Santa Madre Iglesia jerárquica" no hay que distorsionarlo. Porque la Iglesia no es el conjunto de opiniones aisladas del obispo de cualquier diócesis independienteya no sólo de las normas emanadas por la Santa Sede sino del deseo positiva y explícitamente expresado del Papa. El Papa desea que esta forma del rito romano sea celebrada en las parroquias aunque los fieles no lo pidan según frase de Castrillón. Lo que no vale son las excusas vanas. No vale decir que eso a un obispo no le afecta porque no haya un grupo estable de fieles. Porque cuando lo hay, se recurre a la excusa de que no hay ningún sacerdote capacitado para celebrarla. Y cuando se da también esta circunstancia, se produce la dejación en orden a proveer un lugar. No hablamos de ningún caso concreto, sino de muchos que están llegando a la comisión Ecclesia Dei.
Es sospechoso que quien desatiende tan airada y subrepticiamente el deseo del Papa sea tan explícito para reclamar atención y sumisión a su persona y proyectos pastorales. Más sospechoso aún que haya países que cuyos obispos estén actuando corporativamente en el sentido antes mencionado. Está claro que el obispo es el moderador propio de la liturgia y de la pastoral de una diócesis. Pero el obispo no es su dueño, sino su servidor, del mismo modo que el Papa, cuando dicta estas normas para la Iglesia universal, la cual no es sin más la suma de las diócesis y obispos católicos del mundo. Está claro, no hace falta darle más vueltas. ¿Dónde están los pregonadores y valedores de los "derechos de los fieles"? ¿Hay fieles de primera y fieles de segunda?¿Sacerdotes de primera y de segunda?¿Misas de primera y de segunda? Una de las intencionalidades del motu proprio es eliminar estas clasificaciones, pero parece que hay quienes quieren hacerse los sordos.

martes, 22 de julio de 2008

Elementos destacables de la visita del Sumo Pontífice a Sidney

Hemos puesto en esta entrada la misa inaugural de la JMJ en Sidney celebrada por el cardenal Pell, siguiendo el modo de ornamentar el altar desarrollado por Benedicto XVI, más adelante explicaremos por qué.
Una serie de elementos presentes en estas JMJ nos hacen vislumbrar los acentos que el Papa está poniendo con el fin de producir de una vez ese florecimiento, renacimiento, y restauración de la vida espiritual auténticamente católica dentro de la Iglesia. Lo primero que vemos es el afán por la adoración del Santísimo Sacramento fuera de la Misa, algo que no se puede decir que durante el pontificado anterior se excluyese, pero que ahora en las JMJ tiene un momento privilegiado para su realización. Este hecho no obedece a un capricho sino a una perspectiva teológica: el sacramento de la Eucaristía no se reduce al alimento de las almas durante la comunión, sino que es sacrificio y sacramento, de ahí que se convierta en el privilegiado objeto de culto de toda la Iglesia, ya sea dentro como fuera de la celebración de la Misa. La exposición del Santísimo celebrada en la JMJ con toda su vistosidad plástica es signo de que el divino sacramento está en el centro mismo de la vida eclesial. No por un capricho devocional de Benedicto XVI sino porque es una exigencia que irradia de la misma verdad del Sacramento.
En segundo lugar vemos que la disposición del altar,con sus candelabros, mostrando la centralidad esencial de la cruz durante la celebración de la Misa está siendo recogida por algunos obispos que están aparte de en comunión, en sintonía con el Papa. Otros están en comunión, pero su sintonía parece más bien escasa.
En tercer lugar vamos viendo desparecer esas ferias indigenistas que eran constantes en otras JMJ. Decimos ferias con toda la connotación negativa de la palabra, pues la misión de la Iglesia es predicar el evangelio con todo lo que esto tiene de creación de cultura y de civilización, y no integrar todo tipo de cultura en la doctrina del evangelio, pues la mayoría de las veces no es posible. El evangelio no es integrador, al contrario nos ofrece criterios para discernir la verdad que ha de ser creida, el bien que ha de ser practicado y el modo de cómo hemos de dar culto auténtico a Dios. Hubo en la Misa de clausura un par de personas disfrazadas de aborígenes, pero es un mal menor, que vemos que va cada vez a menos. Habría que ver si esas personas van diariamente vestidas de aborígenes. En el caso contrario se trata de hacer circo.
Demos gracias a Dios y pidamos que cada día más obispos estén en mayor sintonía con el Papa, siguiendo su programa de restauración eclesial.

miércoles, 9 de julio de 2008

Blog sobre la Misa tradicional en el país vecino

En nuestro país vecino y hermano, Portugal, en el primer aniversario del motu proprio "summorum pontificum" aparece una iniciativa en forma de blog para agrupar esfuerzos en orden a la promoción de la liturgia tradicional en el país vecino. Máxime teniendo en cuenta la cercanía geográfica y cultural que une Galicia y el país hermano, les hemos ofrecido nuestra colaboración en lo que fuera menester y asimismo rezamos para que el deseo del Papa expresado en el motu proprio cuyo aniversario hemos celebrado recientemente se traduzca visiblemente en elocuentes frutos. La dirección del mencionado blog es la que ponemos a continuación:

http://missatridentinaemportugal.blogspot.com/

martes, 8 de julio de 2008

Artículo del P. Jaubert en diarioya.es

El pasado viernes la revista digital diarioya.es publicó un artículo del P. Joaquín Gómez Jaubert con motivo del primer aniversario del motu proprio Summorum Pontificum, en la columna que todos los viernes tiene asignada en la citada publicación. El P. Jaubert es un sacerdote de gran talla moral e intelectual que viene desempeñando su ministerio en la diócesis de Tenerife donde es promotor de justicia y defensor del vínculo, asesor jurídico de la pontifica comisión Ecclesia Dei, cargos que compagina con su labor pastoral de párroco. Reproducimos el artículo publicado así como nos congratulamos de que diarioya.es cuente con su labor de columnista:

Se cumple, el día 7 del presente mes, el primer año de la aparición del texto pontificio Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI otorgando carta de ciudadanía al rito latino de celebración de la Santa Misa y de la totalidad de los sacramentos, llamado Tradicional, y ahora presentado como modo extraordinario o gregoriano esta última denominación en referencia a san Gregorio Magno (590-604) que elaboró el armazón del citado rito aunque el canon data de san Gelasio (492-496) y las partes más importantes se remontan al Papa de origen hispano san Dámaso (366-384), nunca abrogado y cuya última pequeña reforma fue realizada por el Beato Juan XXIII, con una antigüedad, por tanto, más que milenaria o todavía mejor enraizado en los primeros siglos de la Iglesia. No deja de impresionar la actividad vertiginosa que, en algunas naciones, se ha producido por la aplicación de este documento bien sobre los pilares de comunidades preexistentes al Motu proprio, que ya gozaban de su celebración, bien sobre los edificados por otras nuevas forjadas al amparo de la iniciativa papal en todos los continentes. Estados Unidos, Francia, Italia son buena muestra de lo expuesto.

Las declaraciones continuadas del Cardenal Castrillón Hoyos, a la sazón Presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei a la que se ha encomendado la vigilancia de la aplicación del texto pontificio y el auxilio a los que, interesados en la misma, no encuentran eco a sus legítimas peticiones en sus iglesias locales, nos presentan a un Vicario de Cristo deseoso de que los dos modos, ordinario y extraordinario del rito latino, sean conocidos por sacerdotes y seminaristas y los dos celebrados en todas las parroquias.

Es verdad que no en la totalidad de las diócesis la recepción del documento, durante este año de vigencia, ha sido la idónea ni en algunas su aplicación se ha producido siguiendo las pautas trazadas por el mismo. Hay como un cierto recelo en buena parte del clero que no termina de considerar entre sus objetivos pastorales lo que significa la expresión “derechos de los fieles”. El Motu Propio papal va más allá de una imposición, que es el modo que parece que algunos entienden como única manera de hacer posible la obediencia en la Iglesia, y por supuesto de una proposición. Es ley que reconoce un derecho. No es un privilegio ni un indulto, términos que podrían aplicarse, ejemplo que elijo sólo por su difusión, a la concesión no universal de la comunión en la mano prohibida en algunas diócesis, sino un verdadero derecho universal que no puede ser vetado y que configura el correspondiente deber por parte de quien ha de atender a aquel o aquellos que reclaman en sus diócesis el reconocimiento del citado derecho a participar de los Sacramentos con los rituales de 1962.

España goza con la oferta de la posibilidad de asistir a la Santa Misa según el modo extraordinario en las diócesis pastoreadas por cardenales, excepción de Valencia, es decir Toledo, Madrid, Barcelona y Sevilla y algunas pocas diócesis, que espero citar sin exclusiones Pontevedra, La Coruña, Albacete, Murcia, Pamplona, Palma de Mallorca y Tenerife. Aunque peticiones, desde hace varios meses, firmadas por numerosos fieles, se han presentado en Oviedo (Gijón) y Salamanca. Otras, entre las que se encuentra Málaga, cuentan con muchos seguidores a la espera. También, en nuestra Nación, hay dos comunidades religiosas acogidas al derecho de participar en esta liturgia tradicional: el Oasis Jesús Sacerdote, Monasterio de clausura femenino, en Barcelona, con suficientes vocaciones para otra nueva fundación en España, y la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina en Galicia.
No es un capricho de este papa, como ciertos medios nos quieren hacer ver. Ya Juan Pablo II, como han recordado sus colaboradores, preparaba un texto parecido. Es la respuesta a una necesidad que favorezca a la sacralidad del culto, ausente en algunos ambientes eclesiales, por los abusos denunciados por todos los papas desde Pablo VI, y que aporta las riquezas de un tesoro que es patrimonio de toda la Iglesia.


Explicación de la Santa Misa (VI): Subida del sacerdote al altar

El sacerdote, tras la invitación a la oración con el oremus que da conclusión a las últimas plegarias al pie del altar, sube las gradas que conducen al altar. Besa el altar, como en señal de respeto y amor, por ser el lugar donde el Señor se inmola, y en señal de respeto a las reliquias de los santos contenidos en él; pero no hace ningún signo de la cruz, pues besando el altar se juzga que se besa la cruz, por la que ha sido consagrado el altar, y que permanece impresa en él. Durante el beso al altar el sacerdote pronuncia la oración oramus te Domine per merita sanctorum tuorum quorum reliquiae hic sunt, et omnium sanctorum, ut indulgere digneris omnia peccata mea: Te pedimos Señor, por los méritos de tus santos, cuyas reliquias están en el altar, depositadas en la piedra sagrada; y por los méritos de todos los demás bienaventurados, a los que uno mi debilidad y mi insuficiencia; que te dignes perdonar mis pecados, en atención a la protección e intercesores de que me rodeo y al valor y santa voluntad que vengo a tomar en sus ejemplos e intercesión.