Según informa nuestra web hermana "una voce malaga" en el día de ayer 750 personalidades de la vida social, política, intelectual y religiosa británica, dirigieron una carta a los obispos de Inglaterra y Gales solicitando más misas dominicales según la Forma Extraordinaria de la Eucaristía. La mezquina aplicación del motu propio por parte de los obispos también comienza a cansar a los británicos. El escrito ha sido entregado a la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, con copia a la Pontifica Comisión Ecclesia Dei.
Esto exigiría algunas reflexiones por parte de -no todos sin duda- una cantidad no exigua de obispos. Ante esta reacción, para los que habitualmente leemos noticias acerca de la recepción del Motu Proprio "Summorum Pontificum" no cabe la excusa de achacar a estos fieles la exageración, ni mucho menos la animadversión con respecto a sus propios obispos. El espíritu ignaciano de "no querer otra cosa que no quiera la Santa Madre Iglesia jerárquica" no hay que distorsionarlo. Porque la Iglesia no es el conjunto de opiniones aisladas del obispo de cualquier diócesis independienteya no sólo de las normas emanadas por la Santa Sede sino del deseo positiva y explícitamente expresado del Papa. El Papa desea que esta forma del rito romano sea celebrada en las parroquias aunque los fieles no lo pidan según frase de Castrillón. Lo que no vale son las excusas vanas. No vale decir que eso a un obispo no le afecta porque no haya un grupo estable de fieles. Porque cuando lo hay, se recurre a la excusa de que no hay ningún sacerdote capacitado para celebrarla. Y cuando se da también esta circunstancia, se produce la dejación en orden a proveer un lugar. No hablamos de ningún caso concreto, sino de muchos que están llegando a la comisión Ecclesia Dei.
Es sospechoso que quien desatiende tan airada y subrepticiamente el deseo del Papa sea tan explícito para reclamar atención y sumisión a su persona y proyectos pastorales. Más sospechoso aún que haya países que cuyos obispos estén actuando corporativamente en el sentido antes mencionado. Está claro que el obispo es el moderador propio de la liturgia y de la pastoral de una diócesis. Pero el obispo no es su dueño, sino su servidor, del mismo modo que el Papa, cuando dicta estas normas para la Iglesia universal, la cual no es sin más la suma de las diócesis y obispos católicos del mundo. Está claro, no hace falta darle más vueltas. ¿Dónde están los pregonadores y valedores de los "derechos de los fieles"? ¿Hay fieles de primera y fieles de segunda?¿Sacerdotes de primera y de segunda?¿Misas de primera y de segunda? Una de las intencionalidades del motu proprio es eliminar estas clasificaciones, pero parece que hay quienes quieren hacerse los sordos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario