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miércoles, 28 de mayo de 2008

Explicación de la Santa Misa: las últimas oraciones al pie del altar (V)














P. Indulgentiam, absolutionem et remissionem peccatorum nostrotum tribuat nobis omnipotens et misericors Dominus.
S. Amen.
P. Deus, tu conversus vivificabis nos.
S. Et plebs tua laetabitur in te.
P. Ostende nobis Domine, misericordiam tuam.
S. Et salutare tuum da nobis.
P. Domine exaudi orationem meam.
S. Et clamor meus ad te veniat.
P. Dominus vobiscum,
S. Et cum Spiritu tuo.
P. Oremus.
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P. Dios omnipotente y misericordioso nos conceda la indulgencia, la absolución y la remisión de todos nuestros pecados.
S. Amén.
P. Dios, vuelto a nosotros nos darás la vida.
S. Y tu pueblo se alegrará en ti.
P. Muestranos Señor tu misericordia.
S. Y danos tu salvación.
P. Señor escucha mi oración.
S. Y que mi oración llegue hasta ti.
P. El Señor sea con vosotros.
S. Y con tu espíritu.
P. Oremos.


Recitado el confiteor, hay más confianza en el corazón de los fieles, más autoridad en la voz del sacerdote, así el signo de la cruzs que cada uno expresa va a dar al perdón que se solicita una garantía de mérito y eficacia.

Que el Señor omnipotente y misericordioso, dice el sacerdote; que el Señor que por su potestad va a dar a la libertad del hombre un corazón nuevo; que por su bondad quiere que todos obtengan la salvación, que por estos dos atributos que son la aureola de su cruz cuyo signo sagrado expresamos, nos conceda a vosotros y a mí la indulgencia, esto es, que no exija toda la pena merecida; la absolución, que nos mire como si hubiésemos pagado lo que debemos a su divina justicia, y la remisión de nuestros pecados, que los perdone borrándolos enteramente. Así el hombre, en su confianza tímida, pide a Dios por grados. Los asistentes responden con ardor Así sea.

En este momento, el sacerdote y el pueblo se aplican a solicitar de nuevo el perdón tan deseado e inclinándose ante el Señor pronuncian este diálogo ardiente y apasionado: Oh Dios, vuélvete hacia nosotros y nos darás la vida. Este lenguaje figurado está tomado de lo que pasa entre los hombres; desviar el semblante es una señal de abandono, de indignación; volverse hacia el que implora es una señal de gracia y benevolencia. En este sentido metafórico dirigimos a Dios este versículo, porque cuando desvía su semblante no hay más que turbación, desolación y muerte; y cuando mira se verifica una creación nueva y se halla renovada la faz de la tierra. Y vuestro pueblo se alegrará en ti, y así cumplirás lo que prometiste a Isaías, de inundar de alegría tu casa de oración y de hacer latir de felicidad los corazones que se humillan ante ti. Pero si te vuelves hacia nosotros, Muéstranos Señor tu misericordia, mira la paz de Jesucristo y te conmoverás de compasión a la vista de sus miembros. Y danos tu salvación, al Salvador que viene de Ti, a Jesucristo, víctima de propiciación que has destinado para salvarnos. Señor escucha mi oración, mis deseos, mis temores, mi confianza, mi dolor, mi esperanza de perdón y cuanto he expresado al pie de tu santuario. Y mi clamor llegue hasta Ti; mi clamor podría perderse, pero está robustecido con el clamor que Jesucristo lanzó desde la cruz. El Pontífice más elevado que los cielos ha ofrecido su sacrificio con lágrimas y con un gran grito que ha sido escuchado; que llegue hasta Ti y que penetre tu corazón lleno de misericordia.

Pero el sacerdote y el pueblo no van a estar confundidos en un mismo nivel; el que ha de ofrecer el sacrificio va a abandonar el lugar que como hombre le convenía. Antes de separarse de los fieles les dice un adiós, un saludo y tal es el sentido aquí de esta graciosa frase: el Señor sea con vosotros. Que es como si dijera: Yo voy a la montaña santa a elevar las manos para obteneros por Jesucristo la victoria; vosotros vais a permanecer en el llano durante el sacrificio, sed fieles y por vuestro recogimiento y fervor no desmintáis un instante lo que voy a hacer y decir en vuestro nombre. El pueblo responde y con tu espíritu; te volvemos esta amable salutación, procuraremos atenderlo; nuestros votos te acompañen, que tu espíritu sea durante el sacrificio siempre ferviente, que esté unido a Dios y sea dócil al movimiento del Espíritu Santo.

En este momento, según dice la rúbrica, el sacerdote tiende las manos, las eleva y las vuelve a unir diciendo con voz inteligible: oremos, las manos tendidas y elevadas son una advertencia para elevar nuestro espíritu a Dios; cuando el sacerdote las reúne indican la expresión de la oración y el ardor del deseo. La advertencia oremos precede siempre en la Misa a las oraciones colectivas.

Explicación de la Santa Misa (IV): confiteor


Confiteor Deo omnipotenti, beatae Mariae semper Virginis, beati Michaeli Archangeli, beato Ioanni Baptistae, sanctis apostolis Petro et Paulo, omnibus sanctis et vobis fratres (et tibi pater) quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere; mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa. Ideo precor Beatam Mariam semper Virginem, Beatum Michaelem Archangelum, Beatum Ioannem Baptistam, Sanctos apostolos Petrum et Paulum, omnes sanctos et vos fratres (et te pater) orare pro me ad Dominum Deum nostrum.
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Yo confieso a Dios omnipotente, a la Bienaventurada siempre Virgen María, al Bienaventurado Miguel Arcángel, al Bienaventurado Juan Bautista, a los santos apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos y a ti padre, que he pecado mucho de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso le ruego a la Bienaventurada Virgen María, al Bienaventurado Miguel Arcángel, al Bienaventurado Juan Bautista, a los santos apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos y a ti padre que roguéis por mi a Dios nuestro Señor.
Antes del sacrificio el hombre debe confesarse culpable. Así, la confesión general hecha antes de la Misa es de la más remota antigüedad, aunque haya variado la fórmula y no se haya fijado tal como la decimos hasta el siglo XI. Esta confesión pública es el medio poderoso de que Dios no deseche un sacrificio ofrecido por corazones contritos y humillados.
Primero reza el confiteor el sacerdote únicamente profundamente inclinado; el sacerdote comienza a cumplir este deber porque su responsabilidad es más grande en el altar y porque, como dice San Pablo, debe ofrecer en primer lugar por sus pecados y en segundo por los del pueblo. Aunque humillado y con ademán de un acusado ante el juez, permanecía recto durante la recitación del salmo "introibo". Pero en este momento se considera como un reo y se inclina más profundamente para acusarse y obtener el perdón. Los pecados nos han encorvado hacia la tierra. Esta humilde postura es la del hijo pródigo que ha pecado contra el cielo y contra su padre; la del publicano, que, lejos del santuario, se golpeaba el pecho y no osaba levantar los ojos; y la de Jesucristo en el huerto de los olivos. El Salvador comenzó su sacrificio como el sacerdote comienza la Misa, experimentando tristeza y temor hasta decir a sus discípulos como el sacerdote a los asistentes: "Mi alma está triste hasta la muerte"; después cayó con el semblante prosternando en tierra, acusando no ya el pecado formal que es inconciliable con la santidad de Dios, sino las iniquidades de los hombres. El sacerdote al decir el confiteor se hiere el pecho; manera muy antigua de expresar el dolor de los pecados, como lo vemos en el publicano y en los judíos convertidos que presenciaron el espectáculo del Calvario. Esta acción significa que quisiéramos destrozar nuestro corazón para obtener uno nuevo que pudiera agradar a Dios; y que estamos indignados contra este corazón que le ha ofendido. Los tres golpes que por lo común nos damos pueden mirarse como un número indefinido, y convienen bastante a las tres clases de pecados: de pensamiento, palabra y obra de que nos acusamos.
El sacerdote al acabar de recitar del confiteor no se endereza, sino que espera a las palabras del acólito y de los fieles: Misereatur tui omnipotens Deus et dimisis peccatis tuis perducat te ad vitam aeternam; Dios todopoderoso tenga misericordia de ti, perdone tus pecados y te lleve a la vida eterna. El sacerdote no se endereza hasta escuchar del pueblo esta oración por la que públicamente se reconoce la condición débil del sacerdote que va a subir a ofrecer el sacrificio y asimismo le anima a ello pidiendo el perdón a Dios por sus propios pecados. Asimismo, en esta oración del pueblo por la pureza del alma del sacerdote está la misma comunión de los santos, la Iglesia militante y los santos del cielo rezan continuamente por los sacerdotes que suben al altar a ofrecer el sacrificio. Por los sacerdotes celosos, por el fruto espiritual de la acción sagrada; por los sacerdotes tibios, para que llene de ardor su alma debilitada por la costumbre; por los sacerdotes renegados, para que el Señor les de la gracia de una fructuosa penitencia.
Al responder Amen, el sacerdote se endereza mientras el pueblo recita el confiteor, que concluye con la misma petición del sacerdote por el pueblo: Misereatur vestri...; Dios todopoderoso, tenga misericordia de vosotrso y perdonados vuestros pecados, os lleve a la vida eterna. El sacerdote ha recobrado su carácter de pastor de la asamblea santa que encabeza al pueblo hacia la tierra prometida. Esta última oración la ratifica el pueblo a su vez diciendo Amen, que sea así.

Cuartilla propagandística

Versión disponible para imprimir, recortar por la mitad y distribuir

jueves, 22 de mayo de 2008

Crónica de un peregrino español en Chartres


Queridos amigos:
Impresionado. Es el sentimiento que me asaltó el sábado, 10, víspera de Pentecostés, cuando la pequeña pero animosa representación española llegó a la explanada de l'Ile de la Cité, delante de Notre Dame de Paris: miles de personas, de 4 a 79 años (el peregrino de más edad del que tuve noticia), abarrotaban el lugar vigilados por la mirada secular en piedra de la Virgen María en el parteluz de la Catedral, el severo Pantocrátor y los reyes de Judea. La estatua ecuestre de Carlomagno vuelta hacia el horizonte anunciaba a los peregrinos que el día se presentaba despejado y propicio.
Un ejército de curas con sotana iban y venían pastoreando el crecido rebaño, en número increíble: a un primer cálculo, serían unos 300 ó 400. Lo mejor de Francia reunido en el corazón del Reino. Se completaba la escena como salida de otro tiempo con ocasionales monjes grises y blancos rezando el breviario aquí y allá. El andar meditabundo de los padres y la franca jovialidad de los jóvenes peregrinos se mezclaban en simpático óleo.
La noche anterior, una amable francesa que nos haría de cicerone durante toda la peregrinación nos recibió recién llegados del aeropuerto internacional Charles de Gaulle-Roissy y nos condujo a casa, creo que del mejor anfitrión (o por lo menos del más amable y solícito) que he tenido en mi vida: Étienne, al que reitero desde estas líneas, por si algún día las lee, mi abrazo y mi agradecimiento perpetuo. De su casa, el quinto y último piso de un típico edificio francés decimonónico con suelos de madera, evoco en la imaginación un retrato del Generalissime de L'Armée Catholique et Royale Louis D'Elbée, otro de Louis XVI, una estantería bien nutrida de páginas contrarrevolucionarias, como las de Reynald Secher o L'Abbé Barruel y un fantástico vino tinto, no recuerdo si de Dordogne, en botella de gran tamaño con el que nos alegró la cena. La amabilidad de nuestro anfitrión me hacía lamentarme de mis limitaciones con el francés. Durante la cena abordamos temas intrascendentes y nos divertimos con nuestro recíproco desconocimiento de nuestras respectivas costumbres: (- Veamos: ¿Los españoles comen pan? – se preguntaba en voz alta Étienne). Tras varios fracasados intentos, en la sobremesa logré entablar una limitada conversación con Étienne, durante la cual me explicó el origen de la peregrinación, y que la edición presente constituía su vigésimoquinta participación. Ramiro y yo rezamos el Rosario antes de entregarnos al sueño.
A las cuatro y media nos levantamos para empezar la aventura. Ya en la boca de metro nos encontramos con dos sonrientes muchachos que acudían al mismo lugar que nosotros. Un sol radiante acariciaba a la nutrida y alegre concurrencia de caminantes. Los diferentes capítulos se organizan, integrándonos los españoles en el Capítulo de los Mártires de Septiembre, que hacen referencia a los ejecutados por los revolucionarios franceses en 1790 en diversos lugares de Francia. El Capítulo Santiago Apóstol este año no gozaba de status oficial porque no llegaba al mínimo exigido. Esperemos que para sucesivos años sí sea posible. Los Capítulos empiezan a entrar con los numerosísimos estandartes y banderas en alto en Notre Dame, anunciados ordenadamente por la voz de la megafonía, con la bandera española también en alto, y se oyen comentarios de "¡Espagnols, espagnols!" por todas partes. Varios sacerdotes nos dirigen unas admoniciones y meditaciones previas a la marcha y los alegres y multitudinarios y hermosos cánticos que oía por primera vez anteceden y cierran la ceremonia (cuando tocaba cantar, cantaba todo el mundo, a pleno pulmón y muy bien, además. A ver si aprendemos aquí). L'Abbé Le Coq, responsable de la peregrinación por primer año, nos imparte la bendición final y los Capítulos van desfilando hacia la puerta principal en el orden que les indica la organización. Durante la marcha, me informarán de que la edad media de los 6.500 peregrinos (a ojo) es de 24 años.
La larga expedición parte cortando el tráfico de París por cincuenta sitios. La organización me deja impresionado: motos, coches, camiones, furgonetas, ambulancias de la Orden de Malta (encargada de la asistencia sanitaria en lugar de la Cruz Roja), y centenares de voluntarios, ayudados por la Gendarmerie, organizan los cortes de tráfico y dosifican el paso de la larga serpiente tradicionalista de forma muy eficaz. Varios jóvenes borrachines que empalman desde la noche anterior se regocijan al paso de la multitud y se suman para divertirse un rato. Se les aparta sin contemplaciones. Me explican que en una peregrinación se sumó un borracho para reírse un rato, pero que la Providencia hizo que se quedase durante toda la peregrinación. Luego el muchacho fue a Colonia a la Jornada Mundial de la Juventud. Signos inequívocos de la fecundidad del evento. La salida de París se hace larga, durante la cual conocemos a Dauphine y Antoine. Dauphine es una estudiante francesa en Córdoba muy simpática, pero muy callada y tímida, y Antoine no dice nada, pero sus grandes ojos azules expresan simpatía y franqueza. Al cabo de 3 horas de marcha se llega a una verde explanada campestre donde bajo un sol de justicia que provoca problemas de salud en varias personas se oficia una hermosa Misa de campaña con un altar primorosamente preparado, con unas bellísimas canciones en latín como no he oído en casi ninguna otra Misa a la que haya acudido nunca. En esta peregrinación se oficia habitualmente la forma Extraordinaria del Rito Romano. El ejército de sacerdotes se pone roquete y estola y se apresta a soportar los rayos inmisericordes del Sol escuchando confesiones a troche y moche. Durante todo el rito y durante toda la peregrinación se respira una profunda piedad, más allá de la reverencia por la forma litúrgica oficiada, con Nuestra Señora de Chartres siempre presente en el ánimo de la expedición.
Tras la Misa, la comida con una alegre bendición que por tradición siempre cantan los animosos y joviales miembros del dicharachero Choir Montjoie, que supone buena parte de nuestro grupo, los Mártires de Septiembre. El Sr. y Sra. de Castelet, a quienes agradezco su enorme amabilidad y su gran simpatía para con nosotros, nos proveen de buen vino, queso, pollo, ensaladas, chorizo, etc., que pasan de mano en mano a gran velocidad y se agotan en un santiamén ante la mirada complacida de los sres. De Castelet. Quedó claro que los tradicionalistas son amigos de las viandas sabrosas y los buenos caldos. Fue en ese momento cuando Étienne me presentó a le Docteur D. Xavier D'or, incansable activista contra las clínicas abortistas, de 79 años, de los cuales las últimas décadas lleva organizando Rosarios delante de los campos de la muerte a través de la asociación SOS-Tout Petits. Cuando le dije que le conocía y que sabía lo que hacía porque lo seguía por internet en su rostro se dibujó una expresión de asombro por el hecho de que alguien le conociese sin que él tuviese la menor noticia. Casi ciego, pero conservando una profunda alegría en el alma, me hice una foto con él, y hablamos de política, de su actividad ante las clínicas abortistas y conspiraciones al más alto nivel. Entrañable y admirable personaje.
Los Capítulos están sometidos a una rígida disciplina, cuya carga pronto se aligera: se rezan 15 ó 20 misterios del Rosario al día, y encima cantados; y como es habitual en esta peregrinación, al menos: con meditaciones y una petición antes de cada Avemaría. Ha sido un gran descubrimiento para mí comprobar que el Rosario cantado se pasa enseguida y muy pronto me aprendí las oraciones en francés y las bonitas melodías. Hay libertad, pero todo el mundo canta cuando hay que cantar, permanece en silencio cuando hay que permanecer, y habla cuando hay permiso para ello. Y la mayor parte del tiempo, se canta.
El paisaje que se ofrece a la vista es completamente llano, con amplios y fértiles campos verdes y encantadoras casitas de campo. Así, el alegre grupo iba paso a paso bajo el sol cada vez más abrasador recitando con un ánimo y constancia incansables y en verdad emocionantes:
Oh, María, conçue sans péché, priez, priez, priez pour la France.Oh, María, conçue sans péché, priez, priez, pour la France.
Los franceses descubrieron que las ampollas y las tendinitis con canciones se amortiguan y lo aplican a rajatabla desde el principio hasta el final.
En el pequeño capítulo español dos traductoras se habían tomado el trabajo de pasar las meditaciones de la peregrinación al español y nos las leían durante el camino, asistiéndonos en todo aquello que no entendíamos. Las meditaciones que la organización había preparado versaban sobre tres apariciones marianas: La de Lourdes, la de Fátima y la de Guadalupe. He de decir que es muy posible que la narración más completa y piadosa de la aparición a Juan Diego la haya oído de labios franceses. Las meditaciones sobre las apariciones marianas se completaban con otras sobre las Cuatro Virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
Así llegamos al final de la primera etapa, con un despliegue de campaña espectacular: la eficaz organización no tiene nada que envidiar a la unidad militar más diligente: los equipajes ordenados, camiones, megafonía, tiendas comunitarias perfectamente preparadas, cocina, servicios portátiles, duchas, etc. Hay que tener en cuenta que eran dos batallones los que se estaban moviendo. Varios voluntarios se distribuyen por todo el campamento ofreciendo una sopa reconfortante a los cansados peregrinos.
Por la noche el Choir Montjoie se apresta a hacer de las suyas: beber vino y cantar a pleno pulmón sus canciones iniciáticas contra los comunistas y los capitalistas. Fue esa noche cuando conocí a "Juanito", Monsieur Charbonneau, y nos echamos unas risas con las tonterías que se le ocurrían animados por los bidones de vino que iban cayendo y las chuletas. Monsieur Charbonneau (¡un abrazo, figura!) habla muy bien el español, es diputado regional por la Vendée y puede decirse que tiene corazón hispano. Hablamos de Zapatero, de los toros, de los políticos franceses, de la historia de la peregrinación, de los insultos más conocidos en ambos idiomas, entre arrancadas de canciones españolas, y muchas cosas más. De fondo, el Choir Montjoie (entre los que estaba Étienne) con sus ritos tradicionales copa de vino en mano.
Hay que decir que el Capítulo Mártires de Septiembre tiene por jefe a Jacques, un pedazo de tío con un ánimo doble que el de los demás, verdadera alma del grupo, antiguo prisionero en las cárceles soviéticas por repartir propaganda en la Plaza Roja de Moscú, y por estandarte a un antiguo paracaidista de la Legion Étrangére, además de Étienne. Jacques, además de su mochila, lleva encima cuaderno, megafonía y un típico sombrero campesino antiguo de tres picos, que le da un aire como de chuan.
El cansancio y el sueño acumulado hacían mella y era preciso acostarse pronto para estar entero al día siguiente, el más duro de la marcha. A las 5 de la mañana una potentísima y preciosa voz gregoriana femenina empezó a sobrevolar todo el campamento. Bellísima canción. Eso sí, a mí no me sacaba nadie del saco, en buena parte porque el Capítulo Mártires de Septiembre ese día salía el último del campamento para tomar parte en un acto muy especial. Bueno, sí, tres cuartos de hora más tarde llegan los Scouts du Riaumont, jovencitos de 16 años, y empiezan a desmontar la tienda (con capacidad para 50 personas) con nosotros aún dentro. Nos miran como si fuésemos piedras en el suelo: hay que desmontar y se desmonta. Nos incorporamos y al cruce de las miradas los Scouts du Riaumont se parten de risa de nosotros, sin parar su tarea. Acaban de desmontar y recoger la tienda, se largan a formar y nosotros aún medio saliendo del saco.
Empieza la segunda jornada a toda velocidad, no se espera a los retrasados. Que espabilen. El Capítulo Mártires de Septiembre se desvía al bosque, donde nos aguarda "Philippe", un galo maestro de la barbacoa, que podría encajar perfectamente en la aldea de Asterix con sus carcajadas, su prominente panza y su bigote de puntas rizadas. Fue allí donde "Juanito", Monsieur Charbonneau, se arranca con una de las suyas:
"Fue San Luis, Rey de Francia, el que hizo el camino Paris-Chartres, para que los peregrinos no tuvieran problemas, porque los bosques en Francia te rascan los talones".
Hacemos un cambio de cromos, y entonces conocí al Sr. Cárdenas, un francés de origen mexicano que me hizo respirar hondo cuando empezó a cantarnos la Marcha Real con la letra que él conocía:
La Virgen María es nuestra protectora nuestra defensoranada hay que temerguerra al mundo,al demonio y la carneguerra, guerra, guerra contra Lucifer.
Soldados de Cristosigamos la Banderaque la Cruz enseña,Ejército de Dios:Sigamos la Banderagritando: ¡Viva Cristo Rey!
Se trata de una letra que, por diversos testimonios, es muy probable que tuviera origen peninsular, pero que por avatares de la providencia arraigó mucho más en México.
El Sr. Cárdenas se quejaba de los estragos del indigenismo antiespañol en su antigua patria, y comenzó a reírse de las contradicciones en que caían los argumentos contra España: que si los mexicanos son vagos y están atrasados porque no trabajan, ¿quién tiene la culpa?: España. Pero por otra parte, los españoles hicieron esclavos a todos los aztecas para trabajar. Entonces, ¿cómo es posible?, me decía entre risas y varias series de vasos de vino. ¿Quién ha construido la Catedral de México? ¿Los marcianos?
Qué gran personaje el Sr. Cárdenas. Espero volver a verle en otra ocasión.
Nos despedimos con varios brindis y abrazos y el Capítulo Mártires de Septiembre regresó por donde había venido, llegando al punto de encuentro con el resto de la expedición para oír la Misa, ahorrándonos unos kilómetros que más tarde serían importantísimos. La Misa es a la sombra, en un bosque. De nuevo la magnífica liturgia y los bellísimos cánticos. Los padres se distribuyen por todo el lugar para dar la Santa Comunión bajo paraguas y hay muchachitos que se quedan sin recibirla porque se acaban las formas. Yo mismo tengo que capitanear a un grupo de tímidos adolescentes que se han quedado sin recibir al Señor y dirigirles detrás del Altar, donde se me indica que los sacerdotes pueden darnos la Comunión. Las vueltas que hemos de dar desaniman a algunos, que se vuelven a su Capítulo, contrariados. Por fin llegamos y los sacerdotes, solícitos, nos dan la Comunión.
Comemos en diez minutos por orden de la organización y no se espera a nadie. El que tenga hambre, que coma de pie, porque vamos con retraso. Empieza la parte más dura de la peregrinación, con el sol tostando los miembros y cogotes de los peregrinos y una interminable llanura verde hacia nuestro destino, que, sin embargo, no desanima a nadie: canciones, canciones y más canciones. Un padre me detiene y canta conmigo el Oriamendi. "Excellent!", dice, y se va.
Ave Maria, gratia plena,Dominus tecum,benedicta tu in mulieribus,et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae.Amen
Es una hermosa melodía la que los franceses han adaptado para el Ave María en latín, la cual repito una y otra vez y de la cual me apropio al instante para lo sucesivo en nuestro suelo.
Cantando en latín se pasa el cansancio, el calor, las ampollas y el tiempo. Me quedo pasmado cuando veo a los padres recorrer arriba y abajo toda la columna para confesar, peregrinando con sandalias, sotana, roquete y estola incluidos. A 35 º C los chorretones de sudor eran considerables.
Durante la marcha, en varias ocasiones un escandaloso Capítulo de muchachitos que llevamos detrás se arrancan con vivas a España cuando nos ven pasar a su lado, a lo que cortésmente respondemos “¡Vive la France!”, y, tras cuchichear, nos dedican canciones de inconfundible inspiración española. A lo largo de todo el trayecto los habitantes de las poblaciones por las que pasamos nos contemplan con gesto divertido, como si fuésemos una atracción circense. Uno de los muchos niños que corretean por una de las poblaciones en el trayecto, se nos queda mirando y nos dice “- Oú vai-tu?”. Antes de arribar a nuestro lugar de destino, el avistamiento de un bar provoca una reacción unánime en el Capítulo: todo el mundo adentro a refrescar la garganta. Dos amables miembros de nuestro Capítulo hacen buena provisión de cervezas para el camino y nos las reparten durante los últimos kilómetros. El Capítulo, tras unos kilómetros finales en los que empiezan a quedarse rezagados por el cansancio y las ampollas algunos miembros del grupo, llega cantando al campamento gracias a la constancia de Jacques, el flamenco Bernard y sus amigos, y entramos con los estandartes y la bandera española en alto. Y otra vez, los circunstantes, que van haciendo pasillo para ver qué grupo entra cantando más fuerte, señalan a la bandera española, hacen comentarios y se quedan mirando. Detrás de nosotros, un capítulo de Scouts femenino canta a pleno pulmón el Himno de la Peregrinación:
"Chartres sonne, Chartres t'apelle, gloire et honeur au Christ-Roi".
Han sido unas 12 horas de marcha, incluidas paradas, y el cansancio y las secuelas en las rodillas y los ligamentos se notan.
Las duchas son una especie de abrevaderos comunales por goteo y allí me meto entre la alegre chavalería que ríe y bromea (menos que en España). Hay muchos franceses que hablan español y todos se interesan por conocernos. De un grupito de ruidosos adolescentes franceses que discuten por la propiedad del jabón y que se ríen de mi declaración tajante: “ – C’est le savon de tout le monde!”, se destaca uno que sabe hablar español perfectamente y con el que dialogo un rato.
Por la noche, se ha organizado una Velada ante el Santísimo Sacramento, pero no todo el mundo puede permanecer de rodillas, de forma que el Choir Montjoie saca los bidones de vino, y pone a Philippe, el maestro de la barbacoa, a hacer una ídem ilegal detrás de un camión de la organización, cuyas fumarolas de humo, sin embargo, delatan la reunión. Allí hay ¡cómo no!, vino, una especie de chorizo criollo o butifarra, sidra muy buena y montones de viandas. La noche es agradable y fresca, pero no hay estrellas. Nos vamos a acostar a no mucho tardar para estar plenamente recuperados al día siguiente.
Esta vez nos levantamos casi antes que la diana, y tardíamente, surge el plan de devolver a los scouts du Riaumont la jugada del día anterior y de desmontarles su tienda. Pero no sabemos dónde están.
Nos disponemos a acabar la peregrinación. El último día es más ligero, pero las jornadas anteriores se notan. El Capítulo nos consigue un cura francés que entiende el español, de forma que podemos confesarnos con él, mientras que, como nosotros entendemos el francés, podemos oír sus consejos y la absolución en francés. Así que hacemos una confesión bilingüe (muy buenos consejos espirituales) y arreglado.
A lo lejos se ven las hieráticas agujas asimétricas de Chartres. Cantando y rezando se pasa el camino, y llegamos por fin a Chartres. El Capítulo Mártires de Septiembre se para delante de un gran mural en la pared que conmemora a los muertos de la patria en las dos guerras mundiales, sus estandartes se ponen en formación y entonan un himno en su honor. Jacques explica que podemos seguir la tradición por la cual los peregrinos, durante el último tramo de la peregrinación, se descalzaban y así lo hacemos. El sonido armonioso y grave de las campanas saluda a la multitud. Creo que habría en torno a la hermosa Catedral, canon del gótico, unas 10.000 personas. Sólo podemos entrar los afortunados. Y empieza la Fiesta del Lunes de Pentecostés, con una preciosa Misa Cantada presidida por el Obispo de Chartres, Mons. Pansard.
Los reyes de Francia, los Cruzados, las vírgenes, los santos y sobre todo, Notre Dame de Chartres nos contemplan desde lo alto y desde la historia escrita en piedra de los arcos sagrados de la Catedral. Glorioso espectáculo de banderas y estandartes que capta algún medio de comunicación. Vamos saliendo con un poco de pena por el final de la peregrinación, nos despedimos, abrazamos y besamos con nuestros compañeros y volvemos a París. Aún Étienne y nuestra cicerone particular nos obsequian con una magnífica cena (¿Cómo te lo pagaré, Étienne?) y esta mañana he dejado Paris con pena, pero la gran alegría de haberme encontrado con las mejores personas que podía haberme encontrado, en el corazón de la Cristiandad y a los pies de Nuestra Señora de Chartres,
Conçue sans péche, priez, priez, priez pour L'Espagne.
Agradecimientos sin fin a Étienne, los sres. de Castelet, "Juanito" Charbonneau y señora, Dauphine, Antoine, Ambroise, el simpático Benoît (no me olvido de tí tampoco), Jacques, el flamenco Bernard, a nuestra máquina-estandarte de la Légion-Étrangére, al chico de la cámara de fotos que nos acompañó en tren de vuelta a París; a Claire y Gaël, nuestras traductoras y guías, un agradecimiento muy especial por su paciencia y solicitud; a Anne Charlotte y familia también, al Dr. D'Or, al francés Lionel, al Sr. Le Morvan, a los sacerdotes y a todos los que se han dejado la piel organizando esta peregrinación.
Y, por supuesto, y cómo no, a Maldan Behera, por su trabajo y el bonito librito que nos hizo a los miembros del Capítulo Español.
Si se me olvida alguien, achacadlo a mi malísima memoria.
Llegará el día en que podamos hacer lo mismo en España.
Laus Deo.
Gracias Javi, y el año que viene haremos por ir.

sábado, 17 de mayo de 2008

Fiesta de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote en Pontevedra

La Fratenidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina ha celebrado su fiesta grande con una somene exposición y bendición del Santisimo Sacramento y a continuación con una Misa cantada; jornada festiva en la que destacaron la solemnidad de los ritos y la afluencia de fieles.





































































viernes, 16 de mayo de 2008

Explicación de la Santa Misa (III): Adiutorium nostrum

P. Adiutorium nostrum in nomine Domini.
S. Qui fecit coelum et terram
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P. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
S. El que hizo el cielo y la tierra.

Entre el salmo 42, y la recitación de la confesión, el confiteor, tiene lugar un versículo que intercala ambos momentos y que constituye una secuencia de continuidad en la preparación pública de la Misa. Tal es el versículo Adiutorium nostrum in nomine Domini, nuestro auxilio está en el nombre del Señor, que también está tomado de los salmos (¿Quién habló de la pobreza bíblica de la Misa tradicional?). Como decíamos en la entrada de la conclusión del salmo Iudica, concluye con la admiración del sacerdote y el pueblo por el maravilloso cambio que se ha operado en sus corazones abatidos, y vuelven en sí para preguntar de dónde ha venido esta fuerza que les ha dado el triunfo, y confiesan con este versículo que les ha venido del Señor. La misa tradicional en sus rúbricas es una afirmación constante de la grandeza y majestad de Dios en medio de su pueblo. Nuestro auxilio está en el nombre del Señor, dice el sacerdote, en la potestad de este nombre, en la confianza que nos inspira. Él es, añaden los asistentes, quien ha hecho el cielo y la tierra, qui fecit coelum et terram, quien ha sacado de la nada la luz, el orden, la riqueza y todos los bienes, y quien puede crear en nosotros un corazón puro, renovar el espíritu de rectitud y de inocencia hasta en el fondo de nuestras entrañas por los méritos del sacrificio de la cruz y por la aplicación de la sangre de un Dios hecho hombre. Al mismo tiempo se hace el signo de la cruz, porque la esperanza de este socorro es una esperanza concretada, fundada en los méritos de la sangre de Jesucristo derramada en el altar de la cruz. Este versículo, precede todas las bendiciones solemnes asimismo para mostrar la potestad del que bendice y para animar a la confianza a aquellos que van a ser colmados de gracias.

Entrevista al cardenal Virgilio Noé

*El Cardenal Virgilio Noé, fue Maestro de las Ceremonias Litúrgicas bajo el Pontificado de Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Ahora es Arcipreste de la Basílica de San Pedro y Vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano.Reproducimos parte de la entrevista publicada en el blog Petrus.*La traducción es nuestra.
Permanece imborrable la denuncia de Pablo VI sobre la presencia del humo de Satanás en la Iglesia. Todavía hoy, aquél discurso goza de increíble actualidad. Pero, ¿qué quería decir el Papa exactamente?
Vosotros de 'Petrus' habéis dado un buen golpe, porque estoy en disposición de revelar, por primera vez, lo que quería denunciar Pablo VI con aquella afirmación. Bien, el Papa Montini por Satanás pretendía clasificar a todos aquellos sacerdotes, obispos y Cardenales que no rendían culto al Señor celebrando la Santa Misa a causa de una errada interpretación y aplicación del Concilio Vaticano II. Habló de humo de Satanás porque sostenía que aquellos sacerdotes que de la Santa Misa hacían paja en nombre de la creatividad, en realidad estaban poseídos de la vanagloria y de la soberbia del Maligno. Por lo tanto, el humo de Satanás no era otra cosa que la mentalidad que quería echar por tierra los cánones tradicionales y litúrgicos de la ceremonia Eucarística.Y pensar que Pablo VI viene señalado como la causa de todos los males de la liturgia post-conciliar.
Pero , según lo que usted revela, Eminencia, Montini comparó el caos litúrgico,aunque fuese de forma velada, directamente a algo infernal.Él condenaba los desvaríos de protagonismo y el delirio de omnipotencia que siguieron a nivel litúrgico el Concilio. La Misa es una ceremonia sagrada, repetía frecuentemente, todo debe ser preparado y estudiado adecuadamente respetando los cánones, nadie es 'señor' de la Misa. Desgraciadamente, muchos después del Vaticano II no lo han entendido y Pablo VI sufrió por ello considerando el fenómeno como un ataque del demonio.Eminencia, en conclusión: ¿qués es la verdadera liturgia?
Es tributar gloria a Dios. La liturgia va efectuada siempre y de cualquier modo con decoro: también una señal de la Cruz mal hecha es sinónimo de desprecio y chapucería. Sobre todo, lo repito, después del Vaticano II se ha creído que todo o casi todo estaba permitido. Ahora es necesario recuperar, y a prisa, el sentido de lo sagrado en el ars celebrandi, antes que el humo de Satanás invada completamente toda la Iglesia. Gracias a Dios, tenemos al Papa Benedicto XVI: su Misa y su estilo litúrgico son un ejemplo de corrección y dignidad.
(Tomado del blog de la fraternidad de Cristo sacerdote y Santa María reina http://santa-maria-reina.blogspot.com/)

jueves, 15 de mayo de 2008

Explicación de la Santa Misa (II): El salmo 42, Iudica me Deus

P. Iudica me Deus et discerne causam meam de gente non sancta, ab homine iniquo et doloso erue me.
S. Quia Tu es Deus fortitudo mea, quare me reppulisti et quare tristis incedo dum affligit me inimicus?
P. Emitte lucem tuam et veritatem tuam, ipsa me deduxerunt et adduxerunt in montem sanctum tuum et in tabernacula tua
S. Et introibo ad altare Dei; ad Deum qui laetificat iuventutem meam
P. Confitebor tibi in cithara Deus, Deus meus, quare tristis es anima mea et quare conturbas me?
S. Spera in Deo quoniam adhuc confitebor illi: salutare vultus mei et Deus Meus
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P. Júzgame oh Dios y defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado
S. Porque tu eres mi Dios y mi fuerza, por qué me rechazas, por qué camino triste mientras mi enemigo me aflige?
P. Envía tu luz y tu verdad, ellas me guiarán y me llevarán hasta tu monte santo y hasta tu morada
S. Y me acercaré hasta el altar de Dios; al Dios que es la alegría de mi juventud
P. Te daré gloria con la cítara, oh Dios, mi Dios, alma mía por qué estas triste y por que te turbas?
S. Espera en Dios porque alli volverás a alabarlo: salud de mi rostro, Dios mío.
Este salmo ha sido introducido en la preparación pública de la Misa en el siglo IX; pero ya en el VII se recitaba el versículo introibo algunos momentos antes del prefacio. Este salmo, como se ha dicho, se omite en las Misas de difuntos y en el tiempo de Pasión a causa de estas palabras: Alma mía, ¿por qué estás triste?, porque es inconveniente esta pregunta cuando la Iglesia mezcla sus oraciones a las lágrimas de sus hijos, o cuando celebra el doloroso recuerdo de la pasión de su esposo.
Se dice alternativamente, porque el sacerdote y el pueblo van a animarse mutuamente a entrar en la profundidad del misterio y en las disposiciones que exige.
La antífona "Introibo" ha sido un grito de deseo del hombre que suspira cerca de la felicidad que entrevé; pero es justo que su debilidad recaiga al punto en el temor de no poseer lo que desea; que este deseo, unido a la desconfianza en sí mismo, le haga buscar fuera de sí los medios de obtenerlo y que estos medios conocidos y abrazados con ardor le inspiren una modestia confianza. Este es el análisis del salmo Iudica. Veámoslo por partes:
1ª parte: Sentimientos de temor. Júzgame, Dios mío. Tú que conoces todas las cosas y hasta los más ocultos repliegues de nuestros corazones, es mi juez el Señor, cuyos juicios son justos y llenos de verdad.
Separa mi causa de la gente (o nación) que no es santa, que no me encuentre confundido por habitar entre los que no siguen o rechazan el Evangelio. Pero no basta que mi causa sea separada de la del infiel y del incrédulo: libradme del hombre injusto y engañoso; líbrame de la iniquidad y de toda ilusión en la justicia; retírame de la compañía de los hombres injustos que pueden perder mi alma. En mí mismo hay también dos hombres: el uno que quiere la justicia y la rectitud y el otro que es injusto y engañoso; yo te ruego, Señor, al pie del altar, que me libres de ese hombre.
Porque tu Señor eres mi fortaleza, ¿por qué ando triste? pues ya que pertenezco a la nación santa, ¿Por qué esta guerra del pecado y de la ilusión, que me lleva a marchar con la cabeza inclinada y el corazón abatido, como un vencido ante su soberbio vencedor? Pues tus altares son mi asilo ¿Por qué camino con rostro triste cuando mi enemigo me aflige, cuando me acerco a Ti que eres la vida?
2ª Sentimiento de deseo: Envía tu luz y tu verdad. Por verdad de Dios entendemos aquí a Jesucristo, que es la verdad que todo el Antiguo Testamento anunciaba por diversos signos y figuras. Ellas me han conducido hasta tu monte santo. es decir, a la Iglesia santa, a esta montaña que se eleva hasta los cieulos, la ciudad del Dios vivo, al verdadero monte de Sión; con el Mediador del Nuevo Testamento, de la nueva y eterna alianza.
Investidos con esta luz y esta verdad repitamos con más confianza comprendiendo mejor los frutos del sacrificio: Sí, yo entraré hasta el altar de Dios, hasta Dios mismo que llena mi juventud de alegría. Mi alma ha perdido sus fuerzas y se había envejecido por sus infidelidades a la gracia de Dios y por su amor a las criaturas; viene a recobrar su juventud al árbol de la vida que se conserva en medio de la Iglesia, de modo que el fiel no tiene a la vista el altar material cuando dice que entrará hasta el altar, sino que se eleva hasta el altar sublime en presencia de la majestad divina, hasta la fuente misma de toda santificación.
3ª Sentimientos de esperanza, que suceden al sano temor y al deseo generoso. Te alabaré con la cítara, oh mi Dios y Señor. La palabra latina confiteri puede significar alabar o confesar las propias culpas. Aquí se toma en el primer sentido. Las cuerdas de esta arpa son las fibras de nuestro corazón, las potencias del alma. Ellas dan el sonido majestuoso de la adoración, el sonido de la acción de gracias, el agudo sonido de la súplica y el grave del arrepentimiento: todos ellos producen una sintonía que se une a los coros de los ángeles, a los acentos de las arpas de oro que oyó resonar San Juan en torno al altar del cielo.
Pero ahora, alma mía ¿por qué estás triste?¿Qué puede afligirte cuando vas a acercarte a tu Dios? Recobra aliento. El Señor es contigo como un guerrero fuerte y poderoso.
Sí, confía en Dios, porque volverás a alabarlo, porque me ha arrancado de la muere y me ha dado en esta oblación los remedios para reparar la propia vida. Él es la salud y la alegría de mi semblante, Él ha disipado las sombras que anublaban mi rostro y ha vuelto la serenidada mi faz asegurándome el perdón.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. La Iglesia hace decir este versículo al final de los salmos para glorificar a las tres divinas personas, a quienes tenemos el honor de estar consagrados. Cuando pronunciamos este versículo debemos inclinarnos para adorar la Santa Trinidad a ejemplo de los ancianos del apocalipsis, que se prosternan ante Dios diciendo: Al que está sentado en el Trono y al cordero, gloria y alabanza en todos los siglos de los siglos. Este himno expresa la distinción de las tres divinas personas y la igualdad perfecta de gloria y de poder que poseen en la ciudad de Dios. El amén que se dice al fin puede traducirse por así es verdad, o bien por así sea. Ambos sentidos debe dársele aquí; el primero confesando con alegría la igualdad de las tres divinas personas; el segundo con el deseo de que su gloria sea conocida y publicada en todas las naciones.
Después de tan nobles expresiones, se repite por tercera y última vez el versículo Introibo, que aquí es un grito de completa victoria y triufo. Sí, yo entraré al altar de Dios: al Dios que llena mi juventud de alegría.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Más de 6.000 jóvenes acuden a la peregrinación tradicionalista París-Chartres

Incluimos en esta entrada las bellisimas fotos de la peregrinación tradicionalista París-Chartres. Todo un aliento de esperanza en el corazón de la Europa cristiana.




















martes, 13 de mayo de 2008

Explicación de la Santa Misa (I): la antifona Introibo

Los fieles se levantan durante la llegada del sacerdote; se arrodillan durante las plegarias al pie del altar. Durante la edad media, estas plegarias eran rezadas por el sacerdote y los ministros durante el trayecto de la sacristía al altar. Su texto quedó fijo con San Pío V, prescribiendo que han de ser recitadas al pie del altar. Tras la debida reverencia, el sacerdote sube al altar y después de haber depositado el caliz y descubierto el corporal se dirige a registrar el misal que deja abierto por el introito. Regresa al centro del altar y hecha la reverencia a la cruz baja al pie del altar y comienza la misa rezando el salmo 42 con su antífona.

P. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti Amen. Introibo ad altare Dei.

S. Ad Deum qui laetificat iuventutem meam.
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P. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Me adelantaré hasta el altar de Dios.

S. A Dios que es la alegría de mi juventud.


Introibo ad altare Dei: El sacerdote subirá al altar para hacer presente el sacrificio de Cristo, como fue ofrecido en el monte Calvario. Allí unirá sus sufrimientos ylos de los fieles a aquellos del Señor por los cuales hemos sido redimidos. Al Dios que alegra mi juventud: es un modo de llamar a nuestra alma, siempre joven en la medida en que ella es pura como la de un niño. Los santos son siempre jóvenes, es el pecado el que envejece el alma, pero Dios la puede rejuvenecer constantemente por la gracia. Si hemos recibido a Cristo en la comunión desde nuestra infancia, esta frase toma para nosotros un sentido particular.

La antífona es una frase que sirve de estribillo a un salmo: ella precisa habitualmente el sentido del salmo adaptándolo a las circunstancias. El versículo introibo se decía en España inmediatamente antes del prefacio, como se ve en el misal mozárabe. Acerca del sentido de la antífona, la antigua Iglesia nos lo ha marcado, según el testimonio de San Ambrosio de Milán (De mysteriis, 43) poniéndolo en la boca de los que acababan de recibir el bautismo y la confirmación y que iban de las fuentes bautismales al altar, para participar de la divina Eucaristía. Este pueblo purificado dice San Ambrosio, enriquecido con los ornamentos de la gracia, va al altar de Jesucristo diciendo :" Y yo entraré al altar de Dios, iré a Dios que regocija mi juventud" (De Sacram., 1,1). Estaban ante Dios como la más inocente juventud, como hijos nuevamente nacidos sin pecado, sin malicia y hallándose ocupados del don inestimable que tanto habían apetecido, no podían ir al altar sin ser colmados de alegría. El salmo 42 durante el tiempo de pasión y en las misas de difuntos se omite a causa de estas palabras: Quare tristis es anima mea? -Alma mía ¿Por qué estás triste?- dado que es inconveniente esta preuntaa cuando la Iglesia, revestida con ornamentos de luto, mezcla sus oraciones con las lágrimas de sus hijos, o cuando celebra el doloroso recuerdo de la pasión de su esposo. No obstante, como siempre hay alguna alegría en subir al altar y como en él se encuentra algún consuelo para el luto y la pena, la Iglesia jamás omite al principio el versículo introibo donde se halla consignado todo este consuelo.

Así pues, esta corta antífona recuerda al sacerdote y a los asistentes la excelencia del sacrificio, sus frutos admirables, sus efectos consoladores; el altar donde Dios se inmola, el punto de partida para llegar seguramente a Dios; el manantial de verdadera vida en el cielo y en la tierra. La Iglesia hace pues, repetir tres veces esta exposición de una escena tan fecunda en maravillas: 1º antes del salmo; 2º en el curso de los versículos; 3º después del Gloria Patri.

viernes, 9 de mayo de 2008

IMPORTANTES PRECISIONES DEL CARDENAL CASTRILLÓN.
PRESIDENTE DE LA PONTIFICIA COMISIÓN ECCLESIA DEI
"Es una cuestión de sentido común: ¿por qué hacer un problema si las personas que piden el rito vienen de diferentes parroquias? Si se reunen y piden una Misa, se convierten en grupo estable, aunque no se conozcan de antes. Aunque el número es una cuestión de buena voluntad. En algunas parroquias, especialmente en el campo, en los días de feria las personas que participan en la Misa ordinaria son tres o cuatro y lo mismo pasa en no pocas casas religiosas. ¿Por qué si aquellas mismas tres personas buscan la Misa antigua, sería pastoralmente necesario rehusarla?"

"La mens, del Papa es conceder este tesoro por el bien de la Iglesia, donde no haya sacerdotes la mejor cosa sería oficiar una celebración según el rito extraordinario en una de las Misas dominicales parroquiales. Sería una Misa para todos, y todos, aún las generaciones jóvenes, usufructuarían la riqueza del rito extraordinario, por ejemplo, esos momentos de contemplación que en el Novus Ordo han desaparecido"


Entrevista concedida por el presidente de la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», Cardenal Darío Castrillón Hoyos, a Vittoria Prisciandaro para el mensual italiano Iesus en el número de Mayo de 2008 (ver entrevista completa en Totus Tuus Network). Traducción al español de un aparte provista por Secretum Meum Mihi.

La parte que hemos escogido es muy esclarecedora sobre aspectos tales como: el futuro documento interpretativo, qué se entiende por grupo estable, qué se debería hacer si pocos o nadie solicita la forma extraordinaria del Rito Latino, etc. Presentamos disculpas por no poder ofrecer completa la traducción del artículo, el cual es interesante en su integridad, esperamos contar con que algún lector nos de una manito y complete el vacio.

Su secretario, monseñor Camille Perl, ha anunciado que en breve habrá un documento aclaratorio del Motu Proprio. ¿Cuando se publicará?

«Fue el Cardenal Bertone quien lo anunció, y tiene el derecho de hacerlo. Pero Yo, que soy un servidor del Papa, lo anunciaré sólo cuando lo diga el Papa. Nuestra Comisión ha referido al Pontífice que de todas partes del mundo llegan tantas preguntas, muchísimas justificadas, otras debido a falta de conocimiento. El Santo padre, y sólo Él, dirá si conviene hacer tal documento y cuando».

¿Cuales son las preguntas que han llegado y que merecen una respuesta?

«La primera se relaciona con el latín —dicen— celebrar en una lengua que no se conoce no es conveniente. Infortunadamente los seminaristas, pero tambien algunos sacerdotes, no lo han estudiado y entonces es difícil para ellos celebrar en la forma extraordinaria. Para hacerlo deberían al menos conocer el canón de la Misa, la parte de la consagración. Nosotros en “Ecclesia Dei” nos estamos equipando y estamos preparando encuentros, cursos y comunicación informatica para un profundo conocimiento de la litutgias anterior. Algunos cursos ya estan activos en Francia, Alemania, en Brasil, en America Central y el los Estados Unidos. En toledo, en España, por ejemplo, se está evaluando si conviene hacer un seminario extra para la preparación al rito extraordinario o dar cursos especiales en el seminario de la diocesis. En general se nota un interés de regresar el latín en el mundo academico. Ha sido triste en estos años constatar el abandono no sólo de la lengua latina, sino tambien de ciertos contenidos teologicos coligados a la precisión semántica de la lengua latina».

Otro problema es la carencia de sacerdotes...

«Si en una diocesis faltan sacerdotes y sólo tres o cuatro fieles demandan el rito extraordinario, es una cosa de sentido común pensar que sea difícil satisfacer la demanda. Pero, porque la intención, la mens, del Papa es conceder este tesoro por el bien de la Iglesia, donde no haya sacerdotes la mejor cosa sería oficiar una celebración según el rito extraordinario en una de las Misas dominicales parroquiales. Sería una Misa para todos, y todos, aún las generaciones jóvenes, usufructuarían la riqueza del rito extraordinario, por ejemplo, esos momentos de contemplación que en el Novus Ordo han desaparecido».

¿Entonces Ud. sostiene que, aunque no haya un grupo consistente y estable, en el futuro se piensa ofrecer una de las Misas dominicales en el rito extraordinario?

«Pensaría que si. De otra parte, esta posibilidad ya había sido aprobada unanimemente en 1986 por una comisión cardenalicia en la cual estaba presente tambien el cardenal Ratzinger, pero en ese entonces no llegó a ser operativa. Ahora estaría seguro que podría realizarse».

Otro punto para clarificar es la definición de “grupo estable y consistente”. ¿Qué se entiende exactamente?

«Es una cuestión de sentido común: ¿por qué hacer un problema si las personas que piden el rito vienen de diferentes parroquias? Si se reunen y piden una Misa, se convierten en grupo estable, aunque no se conozcan de antes. Aunque [sobre] el número es una cuestión de buena voluntad. En algunas parroquias, especialmente en el campo, en los días de feria las personas que participan en la Misa ordinaria son tres o cuatro y lo mismo pasa en no pocas casas religiosas. ¿Por qué si aquellas mismas tres personas buscan la Misa antigua, sería pastoralmente necesario rehusarla?».

¿Entonces el futuro documento debería ser más acogedor a las peticiones de pocos?

«Si, pero se necesita entenderlo no como una cosa que va en detrimento de otros, de la mayoría, sino por el enriquecimiento y siempre evitando toda forma de contraposición, por mínima que sea»....

(Extraido del blog Secretum meum mihi)

Fragmento de la entrevista recientemente realizada a monseñor Castrillón, sobre el motu proprio


Eminencia, a pocos meses de la promulgación del Motu proprio, ¿qué balance hace?
"Con el Motu proprio el Papa ha querido regalar a todos una renovada oportunidad de disfrutar de la enorme riqueza espiritual, religiosa y cultural presente en la liturgia del rito gregoriano. El Motu proprio nace como un tesoro ofrecido a todos, no en primer lugar para salir al encuentro de las quejas y requerimientos de algunos.
No pocos de los que en un principio no estaban implicados con esta forma del rito romano, ahora manifiestan una gran estima.
Entre los fieles distinguiré tres grupos: aquellos que están vinculados de forma cuasi orgánica con la Hermandad San Pío X; aquellos de la Fraternidad San Pedro y, finalmente el grupo más importante y numeroso, formado por personas afectas a la cultura religiosa de todos los tiempos, que hoy descubren la intensidad espiritual del rito antiguo y, entre estos, numerosos jóvenes. En estos meses han nacido nuevas asociaciones de personas pertenecientes a este último grupo.
A propósito de la riqueza, algunos liturgistas subrayan el hecho de que el rito extraordinario no oferce la riqueza bíblica introducida en el novus ordo...
"Estos no han leído el Motu proprio, porque el Papa afirma que las dos formas se deben enriquecer mutuamente. Es evidente que tal riqueza litúrgica no se desprecia. En el novus ordo con los años se lee prácticamente toda la Biblia, y esta es una riqueza que no se opone, sino que se integra en el rito extraordinario.
Otra objeción es sobre el peligro de que celebraciones separadas y diversas puedan crear comunidades separadas...
"Es una multiplicidad que enriquece, es una más amplia libertad cultural que el Papa introduce de una forma audaz. Por el resto, en las parroquias hay muchas diferencias en las celebraciones, y no quiero hablar de los abusos, porque no son los abusos la razón principal del Motu proprio.

Objeciones frecuentes a la Misa tradicional (III)

Seguimos comentando los argumentos expuestos por el P. Francis -superior de la congregación de San Viator y docente en el Instituto Anselmiano de Roma - contra el motu proprio summorum pontificum y la misma misa tradicional, que nos da pie para aclarar algunos tópicos que con frecuencia se endosan a la celebración de este rito. Dice el P. Francis (en la foto con el consejo general de su orden) en su artículo: "Debemos subrayar también la pobreza de la eclesiología del antiguo misal. También en ella se presenta la imagen de la Iglesia de la Contra Reforma y concede muy poco sitio a los fieles bautizados. Se habla exclusivamente del papel de los ministros ordenados, y tanto la introducción como las rúbricas del Misal de San Pío V no hacen mención de la asamblea de los fieles. Estos deben pues contentarse con el papel de extras o de espectadores mudos".
Estos argumentos son los que suelen emplearse con más fuerza contra la celebración de la Misa tradicional arguyendo que tiene una naturaleza excesivamente clerical donde no se produce comprensión alguna por parte de los fieles. Es otro tópico más. Debemos acudir de nuevo al sentido general del rito; la Misa tradicional de acuerdo con la tradición y doctrina de la Iglesia concibe la celebración de este misterio como la renovación sacramental del sacrificio de la cruz, aquello a lo que precisamente más importancia ha de dar la Iglesia. Esto lo expresa la Iglesia en su liturgia a través de signos visibles. Pero visibles no en cuanto patentes y perceptibles a los sentidos, sino en cuanto a la intuición de la propia alma del que los contempla, ya que lo propio del misterio es su carácter "significativo" y no tanto su univocidad. Es decir, el misterio ha de hacerse perceptible a través de signos, pero los signos no pueden en modo alguno reducir ni vaciar el contenido del misterio, pues entonces el signo se convertiría en ineficaz. Un ejemplo lo tenemos en el canon de la Misa, lo que podríamos considerar la parte central y más importante de la celebración; no en vano, si nos tomáramos la molestia descubriríamos que incluso cronológicamente el canon de la Misa - en especial la consagración- coincide con el centro mismo del tiempo en que se desarrolla la celebración. El canon se reza en voz baja por parte del celebrante. Esto para una mirada naturalista supone una extrañeza, pues en el lenguaje humano lo más importante que deseamos comunicar pretendemos hacerlo patente a los sentidos. Sin embargo, el simbolismo del silencio en la sagrada liturgia es esencial. Es durante el silencio cuando en la Sagrada Escritura encontramos los más elocuentes momentos de transmisión de la Palabra de Dios al hombre, y durante la misma pasión Cristo mantuvo ese silencio, un silencio elocuente y orante, que sólo termina antes de su expiración en el altar de la cruz. Pudiéramos pensar acaso, que en pro de esta profunda carga significativa, estamos sacrificando todo lo que la Misa pudiera tener de pedagógico o de pastoral. La Iglesia expresa de este modo, la prioridad de su misión que es ante nada dar culto y gloria a Dios, centrado la visión de la comunidad presente en este punto. Pero por otra parte nada más lejano de la realidad que la gente que asiste a esta Misa, como suele decirse "no se entere de nada". Desde el siglo XVII la Iglesia indicó que se realizaran ediciones impresas para uso de los fieles, que tenían como cortapisa la incapacidad de muchos fieles para acceder a la compra y lectura de libros por diversas circunstancias; sin embargo a día de hoy la gente que frecuenta la Misa tradicional, tiene su propio misal de los fieles, con cuyo uso está familiarizado, y cuyos textos, por lo general, conoce bastante bien. Con bastante probabilidad un fiel habituado a asistir a la Misa tradicional conoce mejor los textos fijos de la liturgia que otro fiel cristiano que carece de este tipo de subsidios litúrgicos para seguir la Misa por el simple hecho de ser esta en lengua vernácula. Los tópicos de este tipo con respecto a la Misa tradicional, suelen ser la plena inversión de la realidad.
Con respecto a los "papeles" de los que habla el P. Francis en su artículo, hemos de referirnos a lo que el Concilio nos dice cuando habla en la Sacrosanctum Concilium de la "actuosa participatio". Aquí se ha operado en los años del postconcilio y aún hoy una difícilmente superable confusión. Ni el sacerdote, ni los fieles que asisten a la Misa desarrollan un "papel" ni una "función" sino que ofrecen a Dios el culto que es debido desde su propia situación y circunstancia que les es propia desde su propia misión dentro de la vida de la Iglesia. En la Iglesia no se ejercen "roles" ni "papeles" sino que se desarrolla la misión propia dentro del propio estado el cual responde a su vocación original. Sobre este tema, citaremos a Max Thurian, poco sospechoso de posturas conservadoras. Poco antes de su muerte, el bien conocido prior de Taizé, Max Thurian, un converso al catolicismo que fue antes calvinista, expuso su visión de la reforma en un largo artículo titulado "La liturgia como contemplación del Misterio" en "L´Osservatore Romano" (27-28 de mayo de 1996, pág. 9). Luego de una comprensible expresión de elogio al Concilio y a la Comisión de Liturgia, que se suponía que producirían los frutos más admirables, dice expresamente que la celebración contemporánea frecuentemente toma la forma de un diálogo en el cual no hay lugar para la oración, la contemplación y el silencio. El constante contrapunto entre los celebrantes y los fieles aísla a la comunidad en sí misma. Una celebración saludable, por otra parte, que otorga al altar una posición privilegiada, conduce el deber del celebrante, esto es, orientar a todos hacia el Señor y a adorar Su presencia, lo cual está representado en los símbolos y realizado en el Sacramento.
Es bastante significativo lo que Max Thurian desarrolla con respecto a la relación entre sacerdote y fieles dentro de ciertas visiones distorsionadas que proceden de interpretaciones erróneas del postconcilio.Thurian hace una cantidad de propuestas personales a la autoridad para el caso de una revisión de los ¨Principios y Normas para el uso del Missale Romanum¨ (se ve que él alimentaba la esperanza de que eso fuera posible) , que demuestran claramente su insatisfacción con los principios actuales. Bajo el título de ¨El sacerdote en el Servicio de la Liturgia¨, hace una serie de críticas distinguidas de la presente situación y que merecen un examen individual.
Después está la mención a la eclesiología acerca de la cual ya hemos hecho algún apunte. La Eclesiología católica no habla de roles y papeles dentro del cuerpo místico, se trata de una visión ajena a la propia fe católica; dentro de la misión y de la naturaleza de cada fiel se da a Dios el culto que a Dios le es debido. Por otra parte la Misa tradicional tiene otras expresividades que asimismo dan cuenta de los elementos centrales de la eclesiología católica: la mediación sacerdotal entre Dios y los hombres, de parte del gran sacerdote Jesucristo. El sacerdote se vuelve a los fieles y les saluda con el "dominus vobiscum" extendiendo y cerrando las manos como recogiendo sus propias oraciones, y repite este gesto haciendolo hacia la cruz, en un movimiento descendente-ascendente. La mediación sacerdotal y la mediación de la Iglesia en todo su carácter visible es un aspecto central de la fe católica en su doctrina sobre la Iglesia. Por otra parte está esa idea de cuerpo, que San Pablo desarrolla con tanta profusión. La Iglesia es el cuerpo místico de Jesucristo, y para ello ha de hacerse visible de una manera patente la cabeza y los miembros. De ahí que la Misa tradicional exprese esto a través de la orientación de la oración hacia el oriente, hacia donde Cristo ascendió, y desde donde según las esperanzas de los primeros cristianos volvería; la centralidad de la cruz, y la importancia dada a todos los gestos del sacerdote cuando está orientado hacia el oriente, en especial hacia el altar y hacia la cruz que preside la celebración.
Desde San Pío X se insiste profusamente en la participación de los fieles en el canto. Las piezas de gregoriano, a día de hoy, ensayadas y consignadas por escrito, resuenan en las misas que se celebran conforme a este rito. Pensar que estas melodías son inasequibles a los fieles es realmente no haberse planteado esta posibilidad e incurre en un menoscabo de las capacidades que tienen los mismos fieles.
Una imagen vale más que mil palabras:

jueves, 8 de mayo de 2008

Objeciones frecuentes a la Misa tradicional (II)

En el artículo que venimos comentando del P. Francis (en la foto) superior general de la congregación de San Viator, que ejerce su actividad docente en el Instituto Anselmiano de Roma, se consigna otro tópico incorrecto que se suele airear de cuando en vez. Un tópico que se podría intitular así: la misa tradicional fue fabricada tras el concilio de Trento por el Papa San Pío V para remarcar algunas verdades de la fe católica frente a Lutero. Así lo expresa el P. Francis : "Por eso el nuevo Misal de Pablo VI está más cerca de la antigua norma de los Padres que el Misal de Pío V. El artículo 6 del Preámbulo de la Instrucción general del Misal de Pablo VI presupone que había algo incompleto en el antiguo Misal, porque afirma que "el antiguo Misal romano [Pío V] era perfeccionado con el nuevo [el de Pablo VI]".
El Misal de Pío V es un producto del siglo XVI y ha sido elaborado durante el período más revuelto de la Reforma. Lleva pues la señal de las relaciones difíciles de la Iglesia con un mundo que consideraba opuesto a su autoridad y a sus tradiciones
."
Esto nos da pie para dar una breve noticia del origen y desarrollo del rito romano tradicional, y de cómo este tópico es incorrecto. Tras el Concilio Vaticano II, para referirse al Misal romano anteriormente vigente se comenzó a emplear la expresión "Misa de San Pío V" o "Misa tridentina", expresiones que son profundamente equívocas, pues ni el concilio de Trento ni San Pío V constituyen el origen genético de la Misa tradicional. San Pío V lo que hizo fue unificar las distintas ediciones existentes del Misal romano pero que era el usado en la mayor parte de la Iglesia latina, aparte de las tradiciones litúrgicas particulares.
Propiamente la Misa tradicional tiene un origen mucho más antiguo. El rito romano se remonta en sus partes más esenciales al Siglo V, y más concretamente al Papa San Dámaso (366-384). De hecho el canon romano, aparte de dos adiciones hechas por San Gregorio I (590-604) quedó fijado en tiempos de San Gelasio I (492-496). Precisamente sobre lo que los Papas desde el siglo V insisten reiteradamente es en el uso del canon romano, por remontarse según la tradición hasta el mismo apóstol San Pedro en sus elementos esenciales. Esto con respecto al ordinario de la Misa, si bien la sede Romana respeto el proprium de las distintas Iglesias locales. Propiamente lo que hizo el Concilio de Trento fue encargar al Papa una edición del Misal corregida y uniforme para todos, y ni siquiera lo impuso para aquellas tradiciones litúrgicas locales que tuvieran más de doscientos años de edad. Su rápida difusión nos habla de esa tradición litúrgica común que procede de los sacramentarios gregorianos. De hecho no deja de ser significativo que cuando se consultó a San Bonifacio (672-754) acerca de algún detalle litúrgico, en concreto las cruces que debían hacerse durante el canon, no se refirió al sacramentario de San Gregorio, sino a aquél que estaba en uso entre los anglosajones, cuyo canon estaba totalmente conforme al canon romano.
Esto nos habla de una tradición litúrgica común de toda la Iglesia que arranca de los siglos III-IV, que vemos con mayor claridad cuando comparamos el rito romano tradicional con las liturgias orientales, en cuyos elementos esenciales se percibe que proceden de un tronco común.
El desarrollo de la liturgia romana va parejo con el desarrollo armónico de las principales verdades de la fe católica, por ello cuando Lutero comenzó su reforma, lo primero que hace es reformar el rito de la misa para adecuarlo a su propia interpretación del cristianismo. El concepto de "fabricación" del rito es algo extraño en la liturgia romana. Así lo dice el entonces cardenal Ratzinger en la introducción a la obra "La reforma de la liturgia romana" del P. Gamber fundador del Instituto litúrgico de Ratisbona : " Jungmann, uno de los liturgistas verdaderamente grandes de nuestro siglo , había definido la liturgia tal como se entendía en Occidente, basándose en razones históricas como una "liturgia fruto de un desarrollo"; probablemente por contraste con la noción oriental, que no ve en la liturgia el devenir y el crecimiento histórico sino sólo el reflejo de la eterna liturgia, en la que la luz, a través del desarrollo sagrado, ilumina nuestros tiempos mudables con su belleza y grandeza inmutables. Lo que ha ocurrido tras el Concilio es algo completamente distinto: en lugar de una liturgia fruto de un desarrollo continuo, se ha introducido una liturgia fabricada. Se ha salido de un proceso de crecimiento y devenir para entrar en otro de fabricación."

miércoles, 7 de mayo de 2008

Importantes declaraciones del cardenal Castrillón

El cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Pontifica Comisión Ecclesia Dei, ha hecho unas interesantísimas declaraciones en la introducción del dvd realizado por la Fraternidad de San Pedro orientado a sacerdotes y seminaristas para la instrucción práctica relativa a la celebración del rito romano tradicional. En la introducción del mismo dvd (del cual se pueden ver algunos extractos en http://www.fsspdvd.com/) el Cardenal Castrillón hace unas importantes matizaciones que quizás nos puedan servir de claves para el futuro documento aclarativo sobre el motu proprio que la Santa Sede está preparando:

"De muchas partes de la Iglesia llega la pregunta ¿Qué es el motu proprio Summorum Pontificum? ¿Qué quiere conseguir el Papa al promulgar espontáneamente, de su propia voluntad esta ley universal que es el motu proprio Summorum Pontificum?
La Iglesia por más de mil años ha celebrado el rito que ha sido llamado la Misa de San Pio V. Este rito trajo unidad a la fe y llego a ser la forma singular por la cual la Iglesia adoraba a Dios, repitiendo en el altar, de una manera incruenta el Sacrificio de la Cruz. Nuestra fe católica enseña que la Santa Misa es el sacrificio de la cruz.
El antiguo rito mantiene el silencio sacro, la contemplación y aún más, al mismo tiempo hace presente al Señor Jesús en una rica expresión litúrgica como el triunfador sobre la muerte y el pecado. Es por esto que el Santo Padre ofrece no en una forma obligatoria, pero aún ofrece a toda la Iglesia este tesoro del rito anterior para que la Iglesia sea santificada así. Y todo esta riqueza litúrgica, toda esta riqueza espiritual y todas las oraciones tan bien preservadas por siglos, todo esto es ofrecido para todos como un regalo. No es un regalo para los así llamados tradicionalistas, no, sino es una regalo para toda la iglesia católica y porque es un regalo ofrecido libremente que el Santo Padre ha hecho, el la ha hecho para todos por medio de la maravillosa estructura de la Iglesia, que son las parroquias, los sacerdotes y los capellanes y las capillas donde la eucaristía es celebrada, y ellos, por la voluntad del vicario de Cristo, deben aceptar las petición y requerimientos de los fieles que quieren esta misa y deben ofrecérselas y aunque esta no sea específicamente solicitada o requerida, ellos deben de hacerla accesible para que todos tengan acceso a este tesoro de la antigua liturgia de la Iglesia. Este es el principal objetivo del Motu Proprio, la riqueza espiritual y teológica.
El Santo Padre quiere que esta forma de la Misa se convierta en una forma normal en las parroquias y que de esta manera las comunidades jóvenes se familiaricen también con este rito
."
(los subrayados son nuestros)

Objeciones frecuentes a la misa tradicional (I)

Hace unos días se ha publicado un escrito de Mark Francis, superior de los clérigos de San Viator-al que se puede ver en la foto rodeado de su consejo general- en el cual hace una dura crítica a la publicación del Motu Proprio Summorum Pontificum, al hilo de la cual desarrollaba una serie de comentarios adversos a la Misa tradicional. El hecho adquiere mayor relevancia si cabe por el hecho de que el P. Francis es profesor en el Instituto Anselmiano de Roma. Emplearemos sus argumentos como conducto para mostrar las habituales objeciones litúrgicas a la Misa tradicional y de cómo estas carecen de fundamento.
Por lo general, las objeciones que se hacen vienen derivadas de medias verdades acerca del rito tradicional, basadas en tópicos que no son contrastados con el mismo rito; ello produce que quienes escuchan tales críticas al carecer de medios para contrastar la veracidad de tales objeciones aprehenden el tópico sin profundizar más. Uno de los argumentos que el P. Francis esgrime frente a la Misa tradicional es su "pobre pneumatología". Sus palabras son las siguientes :" Más allá de los problemas de eclesiología del rito tridentino, nos choca otra debilidad, es la pobreza de su pneumatología (la teología del Espíritu Santo). La fe que la Iglesia expresa en su liturgia es una fe en Dios trino. Rogamos al Padre, con el Hijo, en el Espíritu Santo. Desafío a encontrar, en el Misal de Pío V, un epiclesis (una invocación al Espíritu Santo sobre las ofrendas y los fieles), que las Iglesias como en Oriente que en Occidente consideran un elemento teológico importante para una Oración eucarística completa."
Evidentemente el P. Francis no ha perdido el tiempo revisando el ordinario de la Misa tradicional, pues descubriría muy a su pesar que esto es una media verdad, que es la mayor de las mentiras. Desde un punto meramente cuantitativo, en el ordinario de la Misa tradicional se menciona explícitamente al Espíritu Santo nada menos que en dieciséis ocasiones. Esto en cuanto a su presencia en el ordinario de la Misa. El problema aquí es que este tipo de liturgistas utilizan una doble vara de medida cuando se trata de estudiar el rito romano tradicional y cualquier otro rito. Cuando se trata de estudiar cualquier otro rito, no se fijan en las rúbricas, sino en el "sentido general del rito" .En cambio cuando se trata de estudiar el rito tradicional se dedican a descontextualizar ciertas rúbricas. Porque si se trata del sentido general del rito, cada acción sagrada del rito tradicional está orientada a la adoración de la Santísima Trinidad en sus tres personas. Así, a esas menciones explícitas al Espíritu Santo, habría que añadir los tres kyries que se refieren a esta persona divina, en donde la repetición ternaria habla de una invocación a la Santísima Trinidad en sus tres personas. Esta mención a las tres personas de la Santísima Trinidad también está presente en las bendiciones sobre la oblata que se hacen en grupos de tres, en referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad. Asimismo, en el Gloria y en el Credo el rito romano tradicional presribe que la mención del Espíritu Santo vaya acompañada siempre de inclinación de cabeza y de hombros, con el mismo sentido de adoración que acompaña a la mención de las restantes personas divinas.
La objeción planteada por el P. Francis no es nueva y es la referida a la presencia del Espíritu Santo en el canon de la misma. Es una objeción que procede del poco rigor teológico de desconocer y desdeñar el sentido general de este rito así como las explicaciones que acerca de la liturgia romana ha dado la tradición de la Iglesia. Aparte de lo mencionado más arriba acerca del trazado en grupos de tres de la señal de la cruz sobre la oblata,en el canon existen dos invocaciones implícitas al Espíritu Santo: en el hanc igitur, momento en que el sacerdote extiende las manos sobre la oblata, y después de la consagración en el Supplices te rogamus, momentos en que la tradición de la Iglesia ha contemplado siempre esa invocación implícita a la tercera persona de la Santísima Trinidad.