jueves, 8 de mayo de 2008

Objeciones frecuentes a la Misa tradicional (II)

En el artículo que venimos comentando del P. Francis (en la foto) superior general de la congregación de San Viator, que ejerce su actividad docente en el Instituto Anselmiano de Roma, se consigna otro tópico incorrecto que se suele airear de cuando en vez. Un tópico que se podría intitular así: la misa tradicional fue fabricada tras el concilio de Trento por el Papa San Pío V para remarcar algunas verdades de la fe católica frente a Lutero. Así lo expresa el P. Francis : "Por eso el nuevo Misal de Pablo VI está más cerca de la antigua norma de los Padres que el Misal de Pío V. El artículo 6 del Preámbulo de la Instrucción general del Misal de Pablo VI presupone que había algo incompleto en el antiguo Misal, porque afirma que "el antiguo Misal romano [Pío V] era perfeccionado con el nuevo [el de Pablo VI]".
El Misal de Pío V es un producto del siglo XVI y ha sido elaborado durante el período más revuelto de la Reforma. Lleva pues la señal de las relaciones difíciles de la Iglesia con un mundo que consideraba opuesto a su autoridad y a sus tradiciones
."
Esto nos da pie para dar una breve noticia del origen y desarrollo del rito romano tradicional, y de cómo este tópico es incorrecto. Tras el Concilio Vaticano II, para referirse al Misal romano anteriormente vigente se comenzó a emplear la expresión "Misa de San Pío V" o "Misa tridentina", expresiones que son profundamente equívocas, pues ni el concilio de Trento ni San Pío V constituyen el origen genético de la Misa tradicional. San Pío V lo que hizo fue unificar las distintas ediciones existentes del Misal romano pero que era el usado en la mayor parte de la Iglesia latina, aparte de las tradiciones litúrgicas particulares.
Propiamente la Misa tradicional tiene un origen mucho más antiguo. El rito romano se remonta en sus partes más esenciales al Siglo V, y más concretamente al Papa San Dámaso (366-384). De hecho el canon romano, aparte de dos adiciones hechas por San Gregorio I (590-604) quedó fijado en tiempos de San Gelasio I (492-496). Precisamente sobre lo que los Papas desde el siglo V insisten reiteradamente es en el uso del canon romano, por remontarse según la tradición hasta el mismo apóstol San Pedro en sus elementos esenciales. Esto con respecto al ordinario de la Misa, si bien la sede Romana respeto el proprium de las distintas Iglesias locales. Propiamente lo que hizo el Concilio de Trento fue encargar al Papa una edición del Misal corregida y uniforme para todos, y ni siquiera lo impuso para aquellas tradiciones litúrgicas locales que tuvieran más de doscientos años de edad. Su rápida difusión nos habla de esa tradición litúrgica común que procede de los sacramentarios gregorianos. De hecho no deja de ser significativo que cuando se consultó a San Bonifacio (672-754) acerca de algún detalle litúrgico, en concreto las cruces que debían hacerse durante el canon, no se refirió al sacramentario de San Gregorio, sino a aquél que estaba en uso entre los anglosajones, cuyo canon estaba totalmente conforme al canon romano.
Esto nos habla de una tradición litúrgica común de toda la Iglesia que arranca de los siglos III-IV, que vemos con mayor claridad cuando comparamos el rito romano tradicional con las liturgias orientales, en cuyos elementos esenciales se percibe que proceden de un tronco común.
El desarrollo de la liturgia romana va parejo con el desarrollo armónico de las principales verdades de la fe católica, por ello cuando Lutero comenzó su reforma, lo primero que hace es reformar el rito de la misa para adecuarlo a su propia interpretación del cristianismo. El concepto de "fabricación" del rito es algo extraño en la liturgia romana. Así lo dice el entonces cardenal Ratzinger en la introducción a la obra "La reforma de la liturgia romana" del P. Gamber fundador del Instituto litúrgico de Ratisbona : " Jungmann, uno de los liturgistas verdaderamente grandes de nuestro siglo , había definido la liturgia tal como se entendía en Occidente, basándose en razones históricas como una "liturgia fruto de un desarrollo"; probablemente por contraste con la noción oriental, que no ve en la liturgia el devenir y el crecimiento histórico sino sólo el reflejo de la eterna liturgia, en la que la luz, a través del desarrollo sagrado, ilumina nuestros tiempos mudables con su belleza y grandeza inmutables. Lo que ha ocurrido tras el Concilio es algo completamente distinto: en lugar de una liturgia fruto de un desarrollo continuo, se ha introducido una liturgia fabricada. Se ha salido de un proceso de crecimiento y devenir para entrar en otro de fabricación."

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