Asociación inscrita el 28 de octubre de 2008 en el Registro Provincial de Asociaciones con el número 2008/012389-1 (AC)
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lunes, 28 de septiembre de 2009
UNA VOCE LA CORUÑA EN MESSENGER
La cuenta es unavocelacoruna@hotmail.com
lunes, 21 de septiembre de 2009
REPORTAJE SOBRE LA MISA TRADICIONAL EN MONDOY, EMITIDO HOY EN RADIO NACIONAL DE ESPAÑA
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Agradecemos a su autor, Severino Cagide Berraco, su magnífico trabajo-
domingo, 20 de septiembre de 2009
sábado, 19 de septiembre de 2009
En respuesta a un artículo contra la Misa Tradicional
¿Qué cree en realidad este señor? La respuesta se puede deducir perfectamente leyendo el resto de su artículo, en el que so pretexto de que un grupo de fieles -entre los cuales nos contamos los socios de Una Voce La Coruña- vamos a la Misa Tradicional que se celebra todos los domingos a las 20,00 en Santa Cruz de Mondoy, el sr. Vences se queja de que los católicos tengamos libertad para elegir oír una Misa celebrada conforme al rito canonizado por San Pío V. A nadie se le obliga a ser católico y a ningún católico se le obliga a asistir a la Misa Tradicional, pero D. Sergio preferiría que se nos privara de esa libertad. Además, no se limita a exponer su parecer educada y pacíficamente, sino que recurre a la agresión verbal -no otra cosa es el insulto- calificándonos de trogloditas, y por si fuera poco, se atreve a hacer un llamamiento a la movilización para “frenar y eliminar” lo que él denomina integrismo cristiano.
Para este señor la única libertad digna de estima es la de pensar exactamente igual que él. Quien no comulga con él no tiene derechos, es un troglodita y merece ser detenido y eliminado. Lo mismo que en la Francia de la Revolución y en la Rusia soviética ¡Buen discípulo les ha salido a Stalin y Robespierre!
jueves, 17 de septiembre de 2009
Ladran, luego cabalgamos
miércoles, 16 de septiembre de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
II ANIVERSARIO DE LA ENTRADA EN VIGOR DE SUMMORUM PONTIFICUM
Nuestros sacerdotes en el curso sobre Liturgia Tradicional
domingo, 6 de septiembre de 2009
ANTONIO SOCCI HABLA SOBRE LA REFORMA LITÚRGICA EN SU LIBRO SOBRE EL PADRE PÍO
En efecto, también el ciclón protestante, que devasto la Iglesia como pocos otros, se dirigió sobre todo a barrer la Eucaristía, centro y fundamento de toda la obra de la redención. Sin embargo, en el siglo XX, dentro de la propia Iglesia, una sombra terrible ha caído sobre la santa liturgia y tal vez fuera para iluminar a los cristianos por lo que el Cielo quiso conceder a nuestros tiempos el primer sacerdote estigmatizado de la historia cristiana, un santo que revivía en sus propias carnes el misterio del Calvario durante la Santa Misa.
Y tal vez no sea casual que el padre Pío muriera precisamente en los meses en los que se estaba llevando a cabo esa reforma litúrgica que, según la interpretación de muchos círculos clericales, hubiera debido poner en la sombra de forma completa la noción de «sacrificio», corriendo el riesgo así de transformar de hecho el catolicismo en protestantismo.
Si no pudo llegar a perpetrarse algo semejante, los daños pese a todo fueron inmensos en cualquier caso, desde el momento en el que el cardenal Ratzinger ha llegado a escribir: «Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del hundimiento de la liturgia, que a veces se concibe directamente "etsi Deus non daretur": como si en ella ya no importase si hay Dios y si nos habla y nos escucha. Pero si en la liturgia no aparece ya la comunión de la fe, la unidad universal de la Iglesia y de su historia, el misterio de Cristo viviente, ¿dónde hace acto de presencia la Iglesia en su sustancia espiritual? De esta manera la comunidad se celebra únicamente a sí misma, sin que algo así merezca la pena».
¿Qué se intuye a partir de esta dramática página del futuro papa? Que no sólo se dieron terribles abusos litúrgicos al límite del sacrilegio, como sabemos (denunciados incluso por Benedicto XVI, quien ha querido volver a conceder la libertad de celebrar la tradicional liturgia tridentina), sino que la propia liturgia reformada y la nueva concepción de la Santa Misa plantean dramáticos problemas.
Así, por más que lo esencial se haya salvado, la mentalidad de los cristianos ha quedado contaminada y la ortodoxia católica está minada porque «lex orandi, lex credendi». En especial, el ataque ha sido atestado contra el carácter de sacrificio expiatorio de la Santa Misa, precisamente el que la Providencia ha querido recordarnos que proclamemos con el padre Pío.
Ha observado Guitton: «Cuando se escribe sobre Marta Robin, hace falta usar imágenes y nociones que chocan con la sensibilidad contemporánea y que nos parecen (sobre todo, después del último concilio) impuras y superadas. ¿Cómo hablar de Marta con exactitud sin pronunciar las palabras sacrificio e inmolación? Es tan grande en nuestra época la crisis de lo sagrado que no nos atrevemos ya a emplear la palabra "sacrificio" ni cuando se habla de la Eucaristía».
Más claramente, el propio Guitton nos explica que: «Siempre ha enseñado la Iglesia que la eucaristía tiene dos aspectos, dos caracteres: es a la vez, se dice, sacrificio y sacramento. En nuestros días se insiste, sobre todo, en el aspecto de sacramento, poniéndose entre paréntesis el aspecto de sacrificio, con la idea, falsamente ecuménica, de no disgustar a nuestros hermanos de la Reforma. Después del concilio, se presenta frecuentemente la misa como un banquete; se celebra "cara a los fieles". Ciertamente, no se la niega en su dimensión de sacrificio, pero a fuerza de pasarlo en silencio, esto está en nuestra mente como si no estuviera».
Y, sin embargo —como rezaba el Catecismo—, «la misa es la renovación, incruenta, del sacrificio de la cruz».
martes, 1 de septiembre de 2009
El sacerdote oficiante, con el acólito arrodillado junto a él, celebra la misa de espaldas a los fieles
Autor de la imagen: CÉSAR DELGADO
Iglesia
Misa en latín en la iglesia de Mondoi
En la parroquia de Santa Cruz, del municipio de Oza dos Ríos, se celebra todos los domingos una misa tridentina, oficiada en latín con el sacerdote mirando al altar
Autor: Ramón Loureiro 1/9/2009
Las viejas piedras de la iglesia de Santa Cruz de Mondoi, un templo del siglo XII situado en el municipio coruñés de Oza dos Ríos, siguen escuchando rezar en latín. Al menos, los domingos por la tarde. Cuando, por iniciativa de Una Voce, asociación dedicada a «preservar y fomentar la liturgia tradicional», Juan Jacobo Ardá, un sacerdote veinteañero natural de Laraxe, en el municipio de Cabanas, y con raíces en la parroquia fenesa de Santa Mariña de Sillobre, celebra una misa tridentina. Una eucaristía en la que se oficia, como era norma general antes del Concilio Vaticano II, de cara al altar.
«In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen. Introibo ad altare Dei...» («En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Me acercaré al altar de Dios...»), dice el sacerdote, desde el presbiterio. «Ad Deum qui laetificat iuventutem meam» («Al Dios que llena de alegría mi juventud», responden los fieles, a su vez).
Un ritual del siglo XVI
La celebración sigue, paso por paso, el rito romano de San Pío V. Un rito fijado en 1570, solo siete años después de que finalizase -de ahí el adjetivo con el que ha pasado a la historia, tridentino ...- el concilio de Trento. Un concilio con el que la Iglesia quiso poner fin a todos los abusos de su tiempo; obligando, por ejemplo, a que los obispos viviesen en sus diócesis, ejerciendo la labor pastoral, y no se limitasen a ser meros beneficiarios de las rentas vinculadas a la mitra.
En el interior de la iglesia, durante la celebración, reina un recogimiento que impresiona. La actitud de la veintena de fieles que participan en la celebración le permite a uno viajar a través del pasado. El oficiante mira al altar. En realidad, a Oriente, aprovechando la posición del templo, en el que las figuras de sus capitales parecen recuperar su significado original -y, por tanto, la vocación de hacer reflexionar al hombre sobre el bien y el mal, caminos tan diferentes- en medio de una solemnidad que sorprende.
«Indulgentiam, absolutionem et remissionem peccatorum nostrorum tributa nobis ominipotens et misericors Dominus...» («El Señor omnipotente y misericordioso nos conceda el perdón, la absolución y la remisión de nuestros pecados...»), dice el oficiante. Y los fieles responden, a coro, «Amen».
La postura de la Santa Sede
La utilización de este rito está plenamente avalada por la Santa Sede, subraya el presidente de la asociación Una Voce para la provincia de A Coruña, José María Permuy. Y en este sentido, subraya que por el rito tridentino se oficia al amparo «del motu propio promulgado por el Papa en el año 2007».
Permuy quiere subrayar, además, su agradecimiento al arzobispo de Santiago, Julián Barrio. «Él mismo fue, cuando nos entrevistamos con él -relata el dirigente de Una Voce-, quien nos indicó que con este rito se oficiase en esta iglesia, y en él no hemos encontrado más que colaboración».
«Todos mirando hacia Dios»
La Asociación Una Voce, apunta además su presidente coruñés, no solo quiere extender el uso del ritual de San Pío V, sino en general «toda la cultura gregoriana», con especial atención, también, al canto coral. Una cuestión, esta, en la que también insistía el domingo en Oza o Juan Manuel Rodríguez, presidente de Una Voce en Sevilla, defensor de la solemnidad de la liturgia tridentina, «con todos mirando hacia Dios». E idéntica opinión sostiene Carlos, brigantino, estudiante de Derecho y acólito habitual de Ardá, para quien este rito hace posible sentir a Dios más cerca.
Juan Jacobo Ardá: «Siento que así se expresa mejor el misterio de la fe» 1/9/2009
Lo dice Juan Jacobo Ardá, tras finalizar la celebración, mientras cae la tarde entre las tumbas que envuelven el templo y rodeado de fieles: «Siento que así se expresa mejor el misterio de la fe». «Porque con este rito, además -añade-, se entiende mejor el sacerdocio». Ardá es un sacerdote de la Diócesis de Santiago de Compostela. Un sacerdote, por cierto, del que hablan maravillas quienes fueron sus formadores en el seminario. Y se encarga, entre otras parroquias, de la de Mondoi. La del domingo, siempre a las 20 horas, es la única misa que celebra por el rito tridentino. Aunque, evidentemente, no le importaría usarlo en las demás.