En este primer domingo del llamado tiempo de Adviento, en que la Liturgia procura prepararnos para recibir a nuestro Redentor, se conmemoran sus dos grandes venidas: la primera es la manifestación de su benignidad y de su amor a los hombres, realizada por su Encarnación y Nacimiento; y la segunda cuando venga como Juez Universal de vivos y muertos, lleno de gloria para juzgar a la humanidad.
A esas dos venidas se refiere el Introito, la Colecta, el Gradual y el Aleluya. La misericordia y la benignidad de la primera venida se recuerdan en la Comunión y Poscomunión. En cambio, el Evangelio y la Epístola nos ponen ante los ojos la venida del Juez Supremo en la que daremos cuenta del provecho que hayamos sacado de su Encarnación y Nacimiento. Esta Misa es llamada "Misa ad te levavi" por ser estas las primeras palabras del Introito.
El Introito es una ferviente y apremiante súplica que el alma cristiana, llena de confianza eleva a Dios para que la libre de sus enemigos.
Introito (Ps.24): A ti elevo mi corazón; en Ti, mi Dios, pongo mi esperanza; no me vea confundido ni se burlen de mi mis enemigos, pues los que esperan en Ti no quedarán confundidos.-Muéstrame Señor tus caminos; enséñame tus senderos. Gloria al Padre, al Hijo y al Espiritu Santo...- A ti elevo...
En los domingos de adviento se omite el Gloria in excelsis
Oración: Despierta Señor, tu omnipotencia y acuede en nuestro auxilio para que merezcamos con tu protección vernos libres de los peligros inminentes de nuestros pecados y con tu liberación, salvarnos: Señor, que vives y reinas con Dios Padre en unidad de Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
En la EPISTOLA, el apóstol de las gentes nos señala la proximidad de nuestra salud, a fin de que despertemos del sueño del pecado, sacudiendo sus obras y cubriéndonos con las armas de la luz; es decir, el escudo de la fe, la coraza de la justicia, el casco de la esperanza y la espada del Espíritu.
Epistola (Rm., 13, 11-14): Hermanos: Sabed que ya es hora de despertarnos del sueño, porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando empezamos a creer. a noche ha pasado corriendo y el día ha llegado. Sacudamos de nosotros las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. Caminemos dignamente como en pleno día; no en embriagueces, no en deshonestidades y lascivias, no en contiendas y envidias, sino revestidos del Señor Jesucristo.
Gradual (Ps.24): Los que esperan en ti no quedan confundidos. Muéstrame Señor tus caminos y enséñame tus sendas.
Aleluya, aleluya (Ps.84) Muéstranos Señor tu misericordia y envíanos a tu Salvador. Aleluya.
El EVANGELIO se refiere a la venida del Hijo del hombre, al fin de los tiempos precedida de grandes señales en el cosmos. Trae la liturgia este Evangelio hoy, para que considerándolo las almas pecadoras, se liberten del pecado, llenas del santo temor de Dios.
Evangelio (Lc., 21, 25-33): En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Se verán antes fenómenos prodigiosos en el sol, la luna y las estrellas; y en la tierra estarán consternadas u atónitas las gentes por el estruendo del mar y de las olas, secándose los ombres de temor y de sobresalto por las cosas que han de sobrevenir a todo el universo; porque las virtudes de los cielos se tambalearán. Y entonces será cuando verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con gran poder y majestad. Como quiera, vosotros fieles discípulos míos, al ver que comienzan a suceder estas cosas, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra redención. Y les propuso esta comparación: Reparad en la higuera y en los demás árboles. Cuando ya empiezan a brotar, sabéis que está cerca el verano. Así también vosotros, al ver que pasan estas cosas, entended que el reino de Dios está cerca. Os empeño mi palabra, que no se acabará esta generación hasta que todo esto se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Credo.
Ofertorio (Ps.24): A ti elevo mi corazón; en ti, Dios mío, pongo mi esperanza; no quede confundido, ni mis enemigos se burlen de mí; pues los que esperan en ti no se verán confundidos.
Secreta: Concédenos Señor, que purificadas nuestras almas con la virtud de este sacrificio, lleguemos más puros a Dios que es su principio. Por Nuestro Señor Jesucristo...
Prefacio de la Santísima Trinidad
Comunión (Ps.84): El Señor derramará sus beneficios, y nuestra tierra dará su fruto.
Poscomunión: Derrama Señor, tu misericordia sobre nosotros en medio de tu templo, para que, con los honores convenientes, nos preparemos a la solemnidad de nuestra redención que se acerca. Por Nuestro Señor Jesucristo...
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