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viernes, 17 de octubre de 2008

Domingo veintitrés después de Pentecostés

En este día se nos refiere la resurrección de la hija de Jairo, obrada por el divino Maestro. En los pormenores que pone San Mateo descubrimos la bodad y misericordia de Jesús, que va personalmente a resucitar a aquella niña de doce años, muerta, y que se compadece al ver la desolación reinante en aquel hogar, en donde ya se ha albergado el luto y la tristeza. Allí hizo renacer la alegría con solas dos palabras : "Niña, levántate".
Con las cuales se nos pone de manifiesto el poder inmenso del Maestro. Los profetas Elías y Eliseo realizaban varias prácticas antes de obrar las resurrecciones que leemos en el sagrado texto. Pero Jesucristo resucita a la hija de Jairo no como instrumento de Dios, sino como señor de la vida y de la muerte. Que ese poder lo ejercite en nuestras almas y las llene de vida, de hermosura y de luz, y que acreciente en las mismas la generosidad y la fe.
En el INTROITO oímos la voz del mismo Señor al entrar en el santuario, que nos habla por boca del profeta Jeremías, para darnos su mensaje de paz, su promesa de oír nuestras oraciones y redimirnos de la esclavitud de Satanás.

Introito: Dice el Señor; Yo tengo sobre vosotros designios de paz y no de aflicción; me invocaréis y yo os oiré; y haré volver de todas partes a vuestros cautivos. (Ps.4) Oh Señor, has bendecido tu tierra; has repatriado a los cautivos de Jacob. - Gloria al Padre...

Oración: Te rogamos Señor, que absuelvas los delitos de tu pueblo, para que por tu benignidad seamos libres de los lazos de nuestros pecados, que contraimos por nuestra fragilidad. Por Nuestro Señor Jesucristo...

En la EPISTOLA el Apóstol San Pablo nos exhorta a imitar sus virtudes. El cristiano debe vivir mortificado, sin hacer fin de su vida los placeres del mundo, puestos su pensamiento y corazón en el cielo, de donde ha de venir un día nuestro Señor Jesucristo.

Epístola (Fil.3,17-21): Hermanos: haceos imitadores míos y considerad a los que caminan conforme al dechado que tenéis en nosotros. Porque muchos caminan, de los cuales solía hablaros, y ahora os hablo llorando, enemigos de la cruz de Cristo, cuyo paradero es la perdición, cuyo Dios es el vientre y cuya gloria está en su ignominia; los cuales piensan en las cosas de la tierra. Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también aguardamos por Salvador a Nuestro Señor Jesucristo, quien transformará el cuerpo de nuestra bajeza conformándolo al cuerpo de su gloria, mediante la energía con que puede él aún someterse todas las cosas. De modo que, hermanos míos carísimos y muy amados, gozo y corona mía, manteneos así en el Señor, carísimos. Exhorto a Evodia y exhorto a Sintique a tener un mismo sentir en el Señor. A ti también, noble compañero, te ruego, las ayudes, pues lucharon conmigo en la propagación del Evangelio, con Clemente y con los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.

Gradual (Ps. 43): Nos has librado Señor de los que nos afligían, y has confundido a los que nos odiaban.- En Dios nos gloriaremos todo el día, y alabaremos tu nombre eternamente.

Aleluya, aleluya (Ps.120) Desde lo hondo a ti grito Señor; Señor escucha mi oración. Aleluya.

Evangelio (Mat.9,18,26): En aquel tiempo: estando Jesús hablando a las turbas, llegó un hombre principal, jefe de la sinagoga, y adorándole le dijo: Señor una hija mía acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá. Levantándose Jesús, le iba siguiendo con sus discípulos; cuando he aquí que una mujer que hacía ya doce años que padecía un flujo de sangre, vino por detrás y tocó el ruedo de su vestido. Porque decía ella para sí: conque pueda solamente tocar su vestido, me veré curada. Pero volviéndose Jesús y mirándola dijo: Hija, ten confianza, tu fe te ha curado. En efecto, desde aquel punto quedó curada la mujer; venido Jesús a casa de aquel hombre principal, y viendo a los tañedores de flautas, la música fúnebre y el alboroto de la gente decía: Retiraos, pues la niña no está muerta, sino dormida. Y hacían burla de él. Pero echada fuera la gente, entró la tomó de la mano y la niña se levanto. Y se propagó el suceso por todo aquel país.

Ofertorio (Ps.129): Desde lo hondo clamé a ti Señor; Señor, oye mi oración. Desde lo profundo clamé a ti Señor.

Secreta: Señor, te ofrecemos este sacrificio de alabanza por la prosperidad de tus servidores, para que lo que sin merecerlo nos has dado, lo recibas con misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...

Comunión (Mc.11): Os aseguro que todas cuantas cosas pidiereis en la oración, tened viva fe de conseguirlas, y se os concederán.

Poscomunión: Te rogamos, oh Dios omnipotente, que no permitas sucumban a los peligros humanos los que por tu bondad participan de la divina comunión. Por nuestro Señor Jesucristo...

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