El sacerdote, después de haber besado la piedra sagrada, se adelanta al lado de la epístola, que es el derecho. Se distinguen en el altar tres lados, el de la derecha, al mediodía; el de la izquierda, al Norte, y el del medio, a Oriente, llamados lado de la epístola, centro del altar y lado del evangelio. El celebrante va frecuentemente del centro a la derecha y de la derecha al centro, y sólo pasa a la izquierda para leer los Evangelios.
Al comenzar el introito, el sacerdote hace la señal de la cruz, que los fieles deben expresar también. En las misas de difuntos el signo de la cruz se hace sobre el Misal sin tocar el libro, y esta diferencia viene sin duda del objeto general de la Iglesia en los ritos por los difuntos, que es de quitar toda solemnidad y mostrar que las almas del purgatorio no están ya en estado de ser benditas en la tierra.
El introito se dice con voz inteligible como todo lo que se canta y debe ser oído por el pueblo: en las misas rezadas es bueno seguir la recitación; en las misas cantadas se instituye el canto en parte para dar tiempo de entrar en el sentido de las palabras.
La palabra introito significa entrada o antífona para la entrada, porque se canta cuando el sacerdote entra al altar. Antes era un salmo entero aplicado a la circunstancia, y que se terminaba por lo común con el Gloria Patri y una antífona. Pero mas de 800 años hace que se toman algunos versículos de un salmo o de otro pasaje de la Escritura que corresponde al asunto que la Iglesia se propone; es decir, se abrevia el salmo, pero sin suprimir el gloria, se repite el primer versículo del salmo cuya aplicación ha determinado la antífona con Gloria Patri; y después se vuelve a la antífona que ya se ha cantado.
El introito designa el sentido general del misterio de la Misa que se celebra hasta el punto de que muchas misas son designadas con la primera palabra del Introito (Misa de "requiem, domingo "laetare", domingo "gaudete", etc).
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