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miércoles, 6 de agosto de 2008

Explicación de la Santa Misa (VII): La súplica oremus y el primer beso al altar

Al subir al altar, el sacerdote se inclina medianamente sobre el altar y reza la oración Oramus te Domine per merita sanctorum tuorum quorum reliquiae hic sunt et omnium sanctorum ut indulgere digneris omnia peccata mea. Te pedimos Señor por los méritos de tus santos cuyas reliquias aquí se hallan y de todos los santos para que te dignes perdonar todos mis pecados. En el medio de esta oración el sacerdote besa el altar y al concluirla se dirige al lado de la epístola -el lado derecho del altar, conforme a la mirada de los fieles- donde reza el introito o antífona de entrada.
El sacerdote ha subido las gradas del altar, pero conforme se acerca al santo de los santos vacilan sus pasos; colocado en esta altura se turba su espíritu, las fuerzsas le faltan y se apoya en Jesucristo y en la mediación de los santos, cuyos sufragios va a reclamar. De ahí que se apoye en el altar signo de Jesucristo, de su cruz, y del lugar donde reposan las reliquias de los santos y de los mártires. Besa el altar, como señal de respeto y amor, por ser el lugar donde el Señor se inmola, y en señal de respeto a las reliquias de los santos contenidas en él; pero no hace ningún signo de la cruz, como se hacía antiguamente, pues besando el altar se juzga que besa la cruz, por la que ha sido consagrado el altar, y que permanece impresa en él. Te pedimos, Señor, por los méritos de tus santos, cuyas reliquias están en el altar, depositadas en la piedra sagrada, bajo este altar que conserva la tradición antigua de tumba; y por los méritos de todos los santos, a los que uno mi debilidad e insuficiencia; que te dignes perdonar mis pecados, en atención a la protección e intercesores de que me rodeo y al valor y santa voluntad que vengo a tomar en sus ejemplos e intercesión, así sea.

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