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jueves, 30 de julio de 2009
La Pontificia comisión Ecclesia Dei vuelve a aclarar lo de siempre
sábado, 25 de julio de 2009
Explicación de la Santa Misa (XIII): Gradual,tracto, aleluya, secuencia
(Lauda Sion, secuencia del día del Corpus, compuesta por Santo Tomás de Aquino)
Como sería muy difícil al común de los fieles comprender en la lectura lo que conviene a la solemnidad, al tiempo,al sacrificio y expresar de un modo propio los sentimientos que ha debido despertar en ellos, la Iglesia suple esta falta con la aplicación de algún pasaje de la Escritura. Inspirándonos estas reflexiones con el salmo del gradual, la alleluia y el tracto.
El salmo o la parte del salmo que sigue a la epístola se llama gradual porque se cantaba en las gradas del altar donde se acababa de leer la epístola, como para indicar que era continuación y el pensamiento principal de la lectura a que se refería, a la manera que la meditación se refiere al asunto propuesto.
Comúnmente se dice entre la epístola y el Evangelio el salmo gradual y el de la aleluya; en tiempo de Pascua se recitan dos salmos precedidos y seguidos de la aclamación de alegría; desde sexagésima hasta Pascua va seguido el gradual del tracto; y en las principales solemnidades se canta una prosa (secuencia) después de la aleluya. La secuencia o prosa es la explicación del misterio del día, o de la vida y martirio de un santo: es comúnmente un canto de triunfo con que la Iglesia quiere acompañar la publicación del Evangelio. La secuencia es una especie de himno del género de los que se cantan en el oficio divino pero con estas diferencias: El himno está sujeto a un ritmo riguroso y regulado, que se conserva hasta el fin; el estilo de las secuencias está medido con menos severidad, su cadencia es más libre y variable en su medida. El himno tiene una marcha grave, pomposa, algunas veces igual a la majestad de la oda; la secuencia es más sencilla. El canto de las secuencias es por lo tanto gozoso, vivo, propio a difundir la alegría. En el misal romano sólo hay cuatro secuencias: la de la Pascua, de Pentecostés, del Santísimo Sacramento y la de la Misa de difuntos, quedando la de la Virgen de los Dolores como potestativa aunque se tiende a recitarla y a cantarla por la extensión en la Iglesia de la devoción a esta advocación.